En 2020, expertos en salud pública, convocados por el Instituto Aids Healthcare Foundation (AHF) de Salud Púbica Global, desarrollamos una propuesta, (The Lancet, mayo 5, 2021), para acordar una nueva convención mundial sobre salud pública, pues la Organización Mundial de la Salud (OMS) estaba rebasada.

Durante la pandemia, cada país respondió con sus recursos y estrategias, usó sus datos e ideas como respuesta desesperada a una emergencia que cobraba vidas y provocaba sufrimiento y miedo desproporcionadamente.

El acceso a productos sanitarios para la pandemia fue inequitativo, en países en desarrollo había escasez de cubrebocas, pruebas de detección, ventiladores, oxígeno, vacunas y medicamentos. Los países ricos acaparaban la producción y prohibieron exportaciones hasta satisfacer sus necesidades y asegurar reservas.

El mecanismo de emergencia de acceso a vacunas, COVAX, creado para países en desarrollo, fracasó. No tuvo las vacunas planeadas, cuando las obtuvo las distribuyó lentamente y sin criterios epidemiológicos. Latinoamérica fue la región del mundo en desarrollo más afectada por el Covid19 y la menos beneficiada por COVAX.

En noviembre del 2021, Botsuana y Sudáfrica reportaron la aparición de Ómicron, el mundo entró en pánico. La Asamblea Mundial de la Salud aprobó el inicio de negociaciones para definir un Acuerdo Mundial para Prevención, Preparación y Respuesta a Pandemias, creó un Órgano de Negociación Intergubernamental (INB, por sus siglas en inglés). El Acuerdo se aprobará este 1 de junio.

Estados Unidos, la Unión Europea y la Unión Africana lideran el Acuerdo, el resto de los países aportan ideas aisladas. Latinoamérica, a diferencia de África, no tiene propuestas regionales consensuadas.

Previo a la última negociación del Acuerdo Pandémico, y convocados por el Centro de Control de Enfermedades de África, los ministros de salud de esa región, acordaron tener una voz común. En Latinoamérica, los ministros de salud no hacen lo mismo, y se nota. La Organización Panamericana de la Salud (OPS), no es una instancia latinoamericana independiente, sino que actúa como una oficina de la OMS para la región, y su sede no está en Latinoamérica sino en Washington DC.

Si representantes de países latinoamericanos contribuyen, lo hacen a nombre de sus países y no como región. Las animadversiones entre presidentes latinoamericanos permean en sus áreas de salud al no tomar decisiones como región.

La última versión del Acuerdo presenta riesgos para los países en desarrollo. La oferta de países ricos es donar a países en desarrollo el 10 % de su producción mundial de vacunas y 10 % a precios accesibles, es decir, compartirían 20 % de su producción a países en desarrollo.

Los países con economías avanzadas representan el 19 % de la población mundial (según el FMI), el otro 81 % vive en países en desarrollo, donde están México y Latinoamérica. Votar a favor de un Acuerdo Pandémico que deja el 80 % de vacunas en manos de países que representan el 19 % de la población mundial, es inaceptable.

Organizaciones independientes consideramos que la posición latinoamericana debe ser: #SinEquidadNoHayAcuerdo. Las lecciones de la pandemia de Covid19 no deben olvidarse.

Director Ejecutivo del Instituto AHF de Salud Pública Global , médico por la UNAM con maestrías en Salud Pública y en Políticas de Salud por la Universidad de Harvard. Exdirector General del CENSIDA, @jorgesaavedramx

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