Tenemos un problema que es muy grave, en México matan a 10 mujeres al día, por el simple hecho de ser mujeres. Quiero hacer énfasis en que las matan, no mueren y ésta es una distinción muy importante. Sí, las palabras importan y es nuestro deber usarlas de forma correcta, no sólo para visibilizar los feminicidios, si no todo el problema de fondo, que es la estructura machista en la que vivimos. Las palabras lastiman y en muchos casos matan.

Y sí, tenemos un problema grave, el presidente no entiende que sus palabras pesan, pero aún más preocupante es que no comprenda la gravedad de los feminicidios, el pasado 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la mañanera, la máxima tribuna pública, una reportera le preguntó “¿Usted considera que las causas de un homicidio son las mismas que de un feminicidio?” La respuesta nos dejó a muchas y muchos helados “en general sí”.

Ciertamente este es un fragmento, pero dice mucho de lo que piensa aquel que guía el desarrollo de políticas pública para nuestro país. Es alarmante que aquel que tiene en sus manos el rumbo de la nación, no tenga clara la diferencia entre un homicidio y un feminicidio, que no vea las causas que llevan a uno y otro. Sin desestimar la violencia que vive nuestro país y la enorme alza en los homicidios, es importante reparar en cuáles son las causas de cada uno de estos fenómenos, un análisis simplista nos puede llevar a pensar que el motivo es únicamente la violencia y por eso son lo mismo. Uno esperaría que el presidente tuviera más información, conocimientos y sensibilidad para saber que no es algo tan sencillo.

Tampoco creo que el problema de los feminicidios sea culpa de esta administración, sería igualmente simplista y dejaría de lado las raíces tan complejas y profundas que han dado pie a esta epidemia. Estamos hablando de años, incluso siglos de normalización de la violencia machista, de la objetivación de la mujer y, por lo tanto, del nacimiento y permanencia de la sensación de que los hombres son dueños de la vida y destino de las mujeres.

Lo que sí es responsabilidad de este gobierno es hacer todo lo que está en sus manos para erradicar este fenómeno que tanto daño nos hace como sociedad y país. Es el Estado quien tiene la obligación de generar políticas públicas enfocadas al sano y seguro desarrollo de las niñas y las mujeres, de la educación de niñas y niños para terminar con siglos de cultura machista; es quien debe generar espacios, así como ambientes seguros. En última instancia, es quien tiene el monopolio de la fuerza y de la acción penal para evitar que las violaciones a las leyes que protegen a las mujeres queden impunes.

Pero ¿qué podemos esperar si desde el gobierno, empezando por el presidente y siguiendo por su gabinete, supuestamente paritario y feminista, lo único que se escucha son desestimaciones a las víctimas y al movimiento feminista? Un gobierno que cerró los albergues para mujeres víctimas de violencia, que tantas vidas salvaban, un gobierno que ha reducido el presupuesto destinado a la equidad de género y a las políticas públicas de protección a las mujeres, que en lugar de investigar los feminicidios y desapariciones se asume víctima de las madres que exigen justicia, de gobiernos locales que encapsulan y desaparecen a manifestantes y aún con todo esto tienen la desfachatez de decirse un gobierno feminista.

Sí, si es grave que el presidente no sepa que la diferencia entre un homicidio y un feminicidio, cuando el segundo es un homicidio por razón de género, esto quiere decir que se mata a la persona por el hecho de ser mujer y no únicamente se le priva de la vida. Este delito suele ir acompañado de humillaciones, lesiones degradantes; comúnmente existe una relación con el hombre que lo lleva a cabo, incluso en muchos casos siendo el mismo la pareja de la víctima. Definitivamente no es lo mismo que un homicidio en riña, robo, venganza, narcotráfico etc. Que el presidente reste importancia a este delito que en los últimos meses ha crecido, convierte el hecho en uno muy preocupante.

Señor presidente, miembros del gabinete, legisladores, autoridades locales ¡NOS ESTAN MATANDO! y si bien la descomposición social no es su culpa, atacar el problema sí es su responsabilidad, la única similitud entre el homicidio y el feminicidio es la impunidad lacerante que existe en nuestro país, es momento de dejar la retórica y pasar a la acción, es su responsabilidad pasar a la acción, la mayoría de la población confió en ustedes y es momento de dar resultados.

Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra.

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