En el país las cosas no andaban bien, pero se sobre llevaban gracias a dos cosas: i) los muchos ingresos que entran al país —por el nearshoring, las altas tasas de interés y las remesas— y ii) la alta popularidad del Presidente que le ha servido para gobernar sin oposición y sin opositores.

Sin embargo, dos cuestiones cambiaron la semana pasada y el estatus quo es ya incierto —en particular el férreo control presidencial—. Los cambios de la semana pasada fueron: 1) el huracán Otis, con su tragedia social en curso, y 2) la revocación de los fideicomisos del Poder Judicial Federal (PJF) que hicieron el Congreso y el Ejecutivo Federal.

Con respecto al primer tema, la comunicación y la narrativa presidencial llevan varios días “patinando” sin poderse sostener. Se le ve al Presidente más enojado que de costumbre contra los medios de comunicación y contra los periodistas. Al no haber imágenes, ni siquiera queda claro que haya ido a Acapulco, al día siguiente de la llegada de Otis, pero, sus fotos —atorado en un Jeep en la carretera— sí se viralizaron en redes sociales.

Y serios errores comunicacionales de funcionarios de Morena han ayudado a exacerbar los ánimos contra el Presidente: la alcaldesa de Chilpancingo celebrando su segundo año de gobierno, hasta con fuegos artificiales mientras sus vecinos de Acapulco sufrían, y en su propia ciudad iniciaba el desconcierto; la alcaldesa de Acapulco justificando la rapiña; o la gobernadora de Guerrero —sin una sola mancha de lodo o de agua— echándole porras al Presidente junto con otros servidores públicos en un video, en lugar de mostrarse ayudando a sus paisanos.

Los mensajes en redes sociales del Presidente no están permeando. El mensaje que, vía perifoneo, dejó grabado para los acapulqueños es un chiste. El Presidente tiene buenas intenciones, pero la mayoría de su gabinete no está acostumbrado a dar logros. Piensan que todo se arregla con la mañanera y ayer esta tuvo récord de duración. Cómo si de algo sirviera. Si en las siguientes horas no empiezan los avances importantes —como el restablecimiento de la electricidad y de las comunicaciones— Acapulco va a implosionar socialmente y con ello, bastiones claves del morenismo. ¿Podrá sortear esta crisis política el gobierno federal? Y digo el federal pues me parece que la suerte de la gobernadora de Guerrero y de la alcaldesa de Acapulco están echadas y su incompetencia les hará caer cuando se necesiten “culpables” del desastre social aconteciendo.

La otra crisis en curso es la constitucional. Los funcionarios del PJF —incluidos jueces, magistrados— están molestos con el “retiro” que les hicieron de sus fideicomisos que rondan los 15 mil millones de pesos, y a esto aún le falta la reducción que en unos días le hagan a su presupuesto para el año entrante. ¿Tendrá razón el PJF respecto de violaciones a sus derechos?

Y justo aquí vamos a entrar a un conflicto constitucional entre Poderes de la Unión, pues parece delicado que los jueces resuelvan si sus derechos y los de sus compañeros de trabajo se vieron ilegalmente afectados por la mayoría morenista en el Congreso y por el Presidente de la República, al extinguirse su fideicomisos. ¿Serán los jueces “juez y parte”? ¿Tendrían que excusarse de resolver entonces? Pero, si ellos no resuelven, ¿quién lo va a hacer? ¿Acaso podrán nombrar un Comité externo e independiente? No es fácil saber qué hacer, cómo proceder, sin perder legitimidad dado el probable conflicto de intereses.

Es justo ahí a donde quiere llevarles la 4T, y con ese argumento competencial, iniciar la creación de un nuevo Tribunal Constitucional que esté por encima de la Suprema Corte, siguiendo el modelo de justicia español. Para esto se requerirá de dos tercios de los legisladores en el Congreso de la Unión, pero la frustración que ya se empieza a sentir en el PAN y PRI, con respecto a resoluciones del PJF (desde el caso del ex procurador Murillo, hasta los amparos al gobernador de NL, pasando por las acusaciones contra funcionarios de la alcaldía Benito Juárez) prefiguran un escenario para que el siguiente gobierno –quien gane– tenga incentivos para reestructurar al PJF. Y mientras esto sucede, una crisis entre Poderes estará en curso y muchos temas estarán en la balanza. Así que complicados se ven los tiempos hacia delante.

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