En los bancos mexicanos no pasó desapercibida la publicación que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ( SHCP ) hizo el 15 de febrero de este año en el Diario Oficia l. En uno de sus artículos establece q ue para fin de mes todas las dependencias y entidades federales deberán “cancelar todas las cuentas bancarias que tengan autorizadas por la Tesorería de la Federación (Tesofe)” en la banca privada. Y agrega que “la omisión de esta obligación se hará del conocimiento, por la Tesofe, al Órgano Interno de Control en las dependencias y entidades para su competencia en materia de responsabilidades de los servidores públicos”.

Así, la SHCP está obligando a que todas las dependencias gubernamentales cancelen sus cuentas en la banca privada; esto tiene que hilarse con lo que declaró unos días después, el 5 de marzo, la titular de la Tesofe, Elvira Concheiro: los 24 bancos que prestan servicio a la Tesorería “sudan el dinero cuando menos dos días” y, además, “nos cobran por las operaciones más de lo que nos dan como intereses”.

Incluso, la Tesofe fue más lejos y señaló respecto al manejo de los 3 billones de pesos que entran anualmente por pago de impuestos a la banca que esta es una “banca parasitaria que vive de los recursos públicos” y que les saca a éstos el mayor jugo posible. También se quejó de que la banca reportó ganancias por más de 200 mil millones de pesos en 2022, prácticamente dando a entender que toda esa ganancia se debe al sector público, algo que dista de la realidad.

¿Qué buscan Hacienda y la Tesofe? Primero, tener los recursos públicos de una manera más expedita en las cuentas de la Tesorería y que no les “chicanee” la banca privada; segundo, están buscando una baja en las comisiones que cobran los bancos a la Tesofe y, tercero, quizá lo más importante, quieren que el gobierno federal tenga autorizado el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI), con lo que podría recibir y realizar transferencias interbancarias sin intermediación de la banca privada, algo que hasta ahora no ha autorizado el Banco de México.

Así esta nueva disputa entre la 4T y la iniciativa privada, en donde me parece que la banca está en desventaja y tiene más que perder, pues no sólo está frente a un cliente importante, todo el gobierno federal, sino que también enfrentaría a su regulador, dado que el gobierno controla a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, con lo que el diferendo (hasta ahora mantenido en secreto) puede tomar cualquier derrotero.

Finalmente, que la Tesofe siga dependiendo de la banca privada y no de sus propios bancos gubernamentales, como el Banco del Bienestar, hace ver que estos últimos no están ni cerca de brindar el servicio que se dijo que tendrían, a pesar de contar ya con mil 500 sucursales.

Hacienda y la Tesofe seguramente mantendrán algunas cuentas gubernamentales abiertas en la banca privada, pero el mayor número de estas serían cerradas el 31 de este mes.

¿A quién le da la razón usted? ¿A una Tesorería que quiere servicios bancarios en mejores condiciones, o a los bancos que quieren tratar al gobierno como un cliente relevante, pero, a fin de cuentas, un cliente más? Este conflicto y la desafortunada retórica que la tesorera usa al hablar de la banca siguen generando la percepción de que México no es un país que da certeza ni es amigable con la iniciativa privada. Ojalá pudieran bajar las tasas de la banca, pero también dar certeza para que las inversiones del resto del mundo sí lleguen a México en lugar de buscar otros destinos.

Cambiando de tema. La clase política tiene un año más para volver a preocuparse por las causas que han llevado a las mujeres a tomar las calles el 8 de marzo. México es un país feminicida y se siguen asesinado entre 10 y 11 mujeres diariamente; el número de desaparecidas va en aumento; la diferencia salarial de las mujeres contra los hombres sigue ahí; las leyes para combatir feminicidios y violencia de género duermen el sueño de los justos en el Congreso y en legislaturas estatales y, desde luego, las fiscalías de los estados siguen arrojando pretextos (“tontos”) para no hacer su trabajo. Nuestra clase política le queda mucho a deber a las mujeres de este país.

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