Nuestros políticos, líderes y gobernantes son humanos y, aunque a muchos no les gusta aceptarlo, suelen equivocarse. Como podemos ver en la historia, que está plagada de fallas de cálculos y pifias que han provocado la muerte de miles de personas.

Un ejemplo de esto se dio cuando Adolfo Hitler –tras poner en marcha en secreto a su ejército para invadir Checoslovaquia– se reunió con el primer ministro británico Neville Chamberlain, quien creyendo las mentiras del austriaco naturalizado alemán le pidió a los checos que no movilizaran tropas mientras hubiera una posibilidad de llegar a un acuerdo pacífico. ¿Cuál fue el resultado? Alemania invadió Checoslovaquia en lo que fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial.

México no se queda atrás y muchos ejemplos:

Tras iniciar el movimiento de independencia, Miguel Hidalgo y sus seguidores llegaron a las inmediaciones de una Ciudad de México poco protegida. Sin embargo, cuando el asalto parecía inminente, el líder insurgente decidió levantar su campamento y retirarse sin atacar. ¿Por qué lo hizo? No se sabe a ciencia cierta. Algunos creen que sintió que tenía poco parque para una empresa de esa magnitud y otros sostienen que no quiso enfrentarse a las fuerzas realistas que a marchas forzadas se acercaban para defender la capital de virreinato; e incluso hay quienes afirman que lo que no quiso fue que la horda que lo seguía repitiera los saqueos y excesos cometidos en lugares como San Miguel y Guanajuato. Al final, y sin importar la razón, su decisión demoró el triunfo del movimiento independentista y provocó que buena parte del territorio de lo que hoy es México fuera escenario de una guerra durante diez largos años.

Años después, en diciembre de 1857, el entonces presidente Ignacio Comonfort siguió los consejos de su madre –una mujer muy religiosa– y de golpe y porrazo eliminó la vigencia de la Constitución liberal que había sido promulgada meses atrás –el 5 de febrero para ser exactos– y que él mismo juró defender. Así inició la Guerra de Reforma o de los tres años, conflicto que dejó miles de muerto y dividió irreconciliablemente tanto a la sociedad como a muchas familias, cuyos integrantes de un día para el otro estaban combatiendo y matándose entre sí.

Hablando de errores
Hablando de errores

Francisco Madero y Victoriano Huerta. Foto: elsiglodetorreon.com.mx

Ya en el siglo XX, durante la Decena Trágica y tras enterarse de que el general Lauro Villar estaba herido, el presidente Madero le confió el mando de las tropas leales al gobierno a un hombre siniestro: Victoriano Huerta, quien acabó asesinándolo junto al vicepresidente Pino Suárez en lo que fue el detonante de la guerra civil que durante varios años enlutó a nuestro país.

Es innegable que las decisiones anteriores, vistas a posteriori y con todos los matices que puedan tener, fueron erróneas y costaron miles de muertos, dividieron a la sociedad y frenaron el desarrollo económico, científico, social y cultural de nuestro país.

¿Podemos censurar entonces a Hidalgo, Comonfort y Madero? Yo diría que no. En primer lugar porque, como mencionamos, no contaban con los elementos de que disponemos ahora para juzgar los acontecimientos en los que decidieron que hacer; y en segundo término porque pensaban que podían evitar un mal mayor –Hidalgo evitando muertos al tomar la ciudad o en una batalla posterior, mientras que Comonfort buscaba encontrar puntos de acuerdo entre liberales y conservadores– o mantener la legalidad –que fue lo que buscaba Madero al nombrar a Huerta, un hombre de mayor grado que Felipe Ángeles, a quien muchos piensan que debió entregar el mando–. Además, de una u otra manera los tres pagaron las consecuencias de sus equivocaciones:

Hidalgo y Madero fueron ejecutados (fusilado uno y de un tiro en la cabeza el otro).

Comonfort salió del país en los primeros días de la Guerra de Reforma, pero regresó años después para ponerse a las órdenes del presidente Juárez, luchar contra la intervención francesa y morir peleando en el estado de Guanajuato.

Sí, los errores son comunes y tienen consecuencias. Esperemos que quienes analicen en unos años la actuación que hemos los ciudadanos y el manejo que los gobiernos federal y estatales están dando a la pandemia de Covid-19 no encuentren errores, pero sobre todo irresponsabilidades o la búsqueda de beneficios personales, ya que su presencia solo podría significar una mayor cantidad de víctimas. Y si en México algo hemos tenido en los últimos 14 años es precisamente muertos.

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