Debido a la pandemia, muchos negocios se vieron en la necesidad de cerrar, sin embargo, la incertidumbre nos llevó a otro escenario, donde el futuro, se crea a diario. Puedo decir, que la gran mayoría de las personas, han pasado por un periodo de introspección, donde los hábitos de consumo, han cambiado. Nos hemos percatado de la necesidad de contar con liquidez para una emergencia y a su vez, el tiempo no se ha detenido y la economía sigue adelante.

Todos nos hemos visto afectados, de alguna manera, por las consecuencias del COVID-19 y muchas familias han tenido que recurrir a ayuda externa, para sufragar los gastos. Confrontando su estilo de vida y buscando redefinir sus prioridades. La necesidad de contar con ahorro monetario, ha llevado a disminuir el consumo, para aumentar la previsión.

Es decir, ante la neblina existente, para poder ver el comportamiento de las variables económicas, bajo un ceteris paribus, es de suma importancia, el establecer el retorno de la inversión y en cuanto tiempo, podemos contar, con el recurso de vuelta.

La economía se sigue moviendo, un ejemplo es el mercado inmobiliario, que sigue abriendo sus desarrollos programados, según sus metas establecidas. Los precios del metro cuadrado, han seguido subiendo y lo que podíamos adquirir hace un par de años, con un determinado capital, no podemos adquirirlo en este momento, a menos de que nos alejemos, muchos kilómetros de las ciudades más céntricas, donde por ende, el tiempo perdido por el tráfico aumenta. Y por esos desarrollos inmobiliarios, se crea la necesidad de supermercados, hospitales, escuelas, que por la pandemia, se han retrasado, sin embargo, la población los requiere.

Es decir, a pesar de las grandes pérdidas humanas, el mundo sigue girando y la gente, que queda, sigue viviendo. Nos hemos adaptado a los cambios, debido a la presión ejercida con la que nos hemos enfrentado y nos hemos visto en la necesidad de mirar hacia dentro de nosotros, para ver en que nos hemos equivocado y sólo aquellos, que han visto sus debilidades, han podido convertirlas en fortalezas.

La alimentación saludable es básica, la consciencia de sentirnos fuertes, ante la enfermedad, nos ha llevado a un mercado muy amplio y como en toda época de austeridad, el ser humano, se vuelve más creativo, creando alimentos alternativos, que buscan mejorar el sistema inmune, con precios accesibles. Un ejemplo son los alimentos sin gluten, que están creciendo a un ritmo acelerado, debido a las intolerancias, al igual, que los productos lácteos. Actualmente, el mercado de las leches de origen vegetal, se ha abierto a muchas alternativas e incluso el realizarlas en casa y venderlas, es una gran opción, para abarcar un mercado de personas, que no toleran la lactosa.

Y por igual, las familias han retornado a sus recetas ancestrales, para convertirlas en un negocio familiar, convirtiéndose en microempresarios, ingresando a cadenas de farmacias, depósitos, supermercados, donde venden sus productos, compitiendo con los mismos productos de las franquicias, en periodos de tiempo, relativamente cortos, de seis meses.

Es impresionante, porque ya están creando nuevos productos, contratando a más cocineros, por la falta de capacidad instalada, para cubrir su demanda.

El nuevo microempresario, que logra su éxito, escucha a su cliente y lo supera.

Es decir: Le da más…

Y su versatilidad lo lleva a manejar, las diferentes pistas de un circo y busca satisfacer las necesidades, cubriendo, salud, precio y calidad.

Google News

TEMAS RELACIONADOS