Dos celulares y 200 pesos fue el botín del delincuente que el 28 de agosto pasado terminó con la vida de un pasajero de 24 años durante el asalto a una combi de la ruta 82 en Naucalpan , cuya videograbación se hizo viral en redes sociales.

Aquel día, el asaltante, Víctor Manuel “N”, de 32 años, miembro de una banda conocida como Los Ardillas, tomó parte en tres asaltos efectuados en Valle Dorado, Tlalnepantla y Naucalpan, en el Estado de México.

Después de perpetrar el primer asalto, en Valle Dorado, la banda se reunió hacia las 17:00 horas en un lugar conocido como Las Barras. A ese sitio acudieron Víctor Manuel “N”, así como un sobrino suyo, Óscar “N”. Una denuncia anónima los identificó después como El Ardilla Grande y El Ardilla Chico . En Las Barras estuvieron también dos sujetos apodados El Papas y El Rego . Un tercer individuo –se cree que le apodan El Gio– les había alquilado en dos mil pesos el arma que luego fue empleada en el homicidio.

En Las Barras, Los Ardillas tomaron el acuerdo de seguir robando: dos asaltantes subirían a las unidades del transporte público, mientras los otros los seguirían en motocicletas para facilitarles la huida. Al final, iban a repartirse los teléfonos y el dinero obtenido.

A las 18:26 un usuario reportó el segundo asalto. Dos hombres habían abordado una combi, habían amagado a cinco pasajeros con arma de fuego, a fin de despojarlos de sus pertenencias. En el reporte apareció mencionada la sudadera roja de uno de Los Ardillos.

A las 18.42 las autoridades del Edomex recibieron el tercer reporte. Esta vez venía de una combi de la ruta 82. Lo había hecho una mujer, familiar del joven pasajero herido, a la que le tocó la dura prueba de verlo desplomarse, gemir de dolor y morir más tarde en el hospital de traumatología de Lomas Verdes. El asalto quedó registrado en el violento video que despertó inmensa indignación. Ahí estaba otra vez el hombre de la sudadera roja. Llevaba una gorra negra, un cubrebocas verde, un pantalón de mezclilla azul. Lo acompañaba un sujeto de chamarra negra, que llevaba un cubrebocas azul y una maleta de color negro.

Víctor Manuel “N” le había pegado al joven un tiro en el abdomen, sin motivo alguno, para que todos vieran que el asalto era “de verdad”. “Traemos el tiro arriba. Mira, me sobran balas”, se jactó ante los aterrorizados pasajeros.

La víctima sufrió “herida penetrante abdominal, choque hipovolémico, lesión vascular de arteria y vena ilíaca izquierda, así como múltiples lesiones intestinales”. Luchó hasta llegar al hospital. Pero esa noche hubo un joven que no volvió a su casa.

Los ladrones sí volvieron, y se repartieron el botín. Del segundo asalto, a Óscar, el sobrino de Víctor Manuel, le tocaron mil pesos. Del tercero, en el que el que se cometió el homicidio, solo unos teléfonos.

Como se ha dicho, Víctor Manuel recibió por este asalto dos celulares y 200 pesos.

Qué doloroso saber lo que cuesta una vida en México.

La magnitud del escándalo metió presión al gobierno estatal. Comenzó la búsqueda de testigos y de cámaras de vigilancia. A través de una de estas, la fiscalía y la Secretaría de Seguridad siguieron el recorrido de la combi asaltada (vieron incluso cómo los asaltantes esperaban a que subieran más pasajeros a la unidad) y detectaron la ruta de escape de las motos.

La viralización del video fue decisiva para lo que ocurrió después. Una persona, a través del botón de auxilio del poste de una cámara de vigilancia, reportó de manera anónima, un domicilio en que los presuntos asaltantes de la combi podían ser localizados. Al mismo tiempo, otra víctima de un asalto en una unidad de transporte público informó en redes sociales que el GPS de su teléfono marcaba un domicilio en las inmediaciones de la calle Sierra Hidalgo. “La casa naranja es donde según Google llegó mi teléfono… les apodan los Ardillas. Más ya no se puede hacer”, posteó el usuario.

Una cámara de videovigilancia monitoreó el lugar. Los investigadores detectaron que otro usuario de redes sociales había informado al ver el video del asalto: “El wey de negro es de Mártires de Río Blanco… anda con otros dos cabrones en una motoneta… Le dicen El Ardilla… Un vecino le partió su madre por rata pero ya vimos que no entendió”.

Víctor Manuel “N” fue detenido el 2 de septiembre en San Antonio Zomeyucan. Acababa de asaltar a otra persona a la que le había quitado 275 pesos y un teléfono celular.

El chofer de la unidad asaltada y la familiar de la víctima lo reconocieron: era el mismo que aquella tarde disparó a sangre fría y se jactó de traer “el tiro arriba”. El mismo que antes de bajar se detuvo a insultar a la víctima moribunda.

Tenía ingresos a prisión por robo, secuestro, delitos contra la salud y portación de arma de fuego.

En el cateo realizado por las autoridades se hallaron más de diez celulares arrebatados a víctimas anónimas. Víctimas que un día salieron a trabajar o a estudiar, y regresaron a su casa sin nada, con las manos vacías.

Que por única vez se haga justicia.

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