El presidente Andrés Manuel López Obrador reprochó a los medios de comunicación que hayan hecho “un escándalo” luego de que un grupo de reporteros que cubrían su gira por Sinaloa y Chihuahua fueran detenidos por un retén del Cártel de Sinaloa.

El viernes pasado, los periodistas revelaron que en la carretera Badiraguato-Guadalupe y Calvo, muy cerca de La Tuna, el sitio donde vive la madre del Chapo Guzmán, al menos una decena de hombres armados con AK-47 detuvieron el convoy de la prensa nacional para averiguar a dónde se dirigían y si portaban armas.

“Un escándalo por un retén, esa es la nota principal”, se quejó el mandatario, quien aseguró: “No pasa nada, no pasó nada”.

El presidente alegó primero que no había visto nada y que no sabía que si lo del retén era cierto. Minimizó luego la presencia de un retén clandestino en la carretera:

“Hay en algunos lugares del país, no solo en Sinaloa, personas que están actuando, pensando que se debe cuidar una región… que no lleven armas, y a veces hay confusiones, pero en general todo bien”.

En sintonía con lo dicho por el presidente, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, quien obtuvo el triunfo en las elecciones del año pasado en medio de un operativo del narcotráfico –secuestros, “levantones”, robo y relleno de urnas-- destinado a hacerlo ganar, declaró cínicamente que “se exagera” al exhibir el retén que detuvo a los reporteros, y agregó que en el estado los retenes clandestinos “son comunes”.

No solo eso: declaró que al asistir al funeral de una sobrina un retén clandestino lo detuvo a él mismo y lo dejó pasar --y luego sugirió que el retén podría haber sido enviado por Felipe Calderón para arruinar la gira de AMLO.

Los retenes de la delincuencia organizada no son extraños para el presidente. Durante sus campañas presidenciales fue detenido al menos seis veces en Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas.

Una de las personas que lo acompañó en una gira cuenta que el encargado de uno de los retenes se reportó con su superior y le dijo:

“Tengo orillado al mismísimo Peje”.

En otra ocasión, en El Mante, Tamaulipas, López Obrador viajaba con gorra y lentes. Un sicario le preguntó:

“¿A qué se dedica?”.

AMLO contestó:

“A organizar al pueblo para darle en la madre al mal gobierno”.

El sicario exclamó: “¡El Peje!” y se tomó una selfie con él.

Cuando le preguntaron a López Obrador sobre estas retenciones, respondió:

“A mí me respetan los militares y me respetan todos”.

Lamentablemente, no ocurre lo mismo con el resto de los ciudadanos. “Oye, este… viene siguiéndonos una camioneta, estamos aquí en Valparaíso”, informó el médico Luis Montes de Oca que iba al lado del conductor de una ambulancia después de atender unas labores de parto.

Montes de Oca y el conductor habían pasado de largo por un retén del narco en Zacatecas. Los dos fueron asesinados en julio de 2021 en el mismo sitio en el que, una semana antes, la camioneta de una radióloga del IMSS se volcó, tras ser balaceada por sicarios que habían establecido un retén a las afueras de Valparaíso.

Curioso. En julio de 2021 y muy lejos de ahí, pobladores de Aguililla, Michoacán, denunciaban los retenes que a solo tres kilómetros de distancia habían establecido el Cártel Jalisco y sus rivales de los Cárteles Unidos.

--¡Oríllense, sus credenciales!

Se oyó todos los días, durante dos años, en los retenes instalados en la zona.

Lo cual no era inédito. Desde octubre de 2019, por ejemplo, se habían denunciado retenes de hasta 50 camionetas y 100 sicarios en la carretera que une Los Reyes con Tocumbo. Los criminales habían instalado incluso una barricada en la que estaba un hombre armado con un fusil Barrett, de esos que atraviesan blindajes.

Entre 2019 y mayo de 2022 se han denunciado retenes del crimen organizado en Magdalena de Kino, Sonora (en donde el entonces candidato Alfonso Durazo tuvo que suspender una gira debido a la presencia de hombres armados que superaban al personal de Marina que lo escoltaba, según información publicada en Eje Central), y se denunciaron retenes en Caborca, montados por el grupo conocido como Gente Nueva. También, en San Luis Río Colorado, en donde hombres armados controlan los accesos desde el ocaso.

En Chihuahua hay retenes en toda la Sierra Tarahumara y en las carreteras que van a Jiménez y a Parral. En Bachíniva y Namiquipa, por ejemplo, son parte del paisaje cotidiano. Alrededor de Creel, los retenes se instalan desde el atardecer, por gente que “está pensando que se debe cuidar una región”, como dice el presidente: los gatilleros de La Línea y Los Chapos.

La Tropa del Infierno ha llenado de retenes los 200 kilómetros de la Ribereña, en Tamaulipas. Una revisión hemerográfica señala que los retenes del narco son comunes en Nayarit, Nuevo León, Guerrero, Puebla, Veracruz, Sinaloa, Guanajuato, el Edomex, Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes y Zacatecas.

El escándalo es lo que dice el presidente. No que uno entre cientos de retenes sea la nota principal.

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