La única manera de reducir de forma sostenible los niveles de pobreza en un país es estableciendo las condiciones necesarias para que la mayoría pueda crear valor y generar riqueza mediante su creatividad, trabajo y esfuerzo. A menudo, algunos líderes políticos prometen erróneamente que redistribuir equitativamente el presupuesto a través de programas de apoyo eliminará definitivamente la pobreza.

No obstante, la solución no radica en la eliminación de los programas sociales, sino en su enfoque y temporalidad. Estos deben estar bien focalizados y ser temporales, mientras se abordan los problemas estructurales de fondo y las personas adquieren las competencias y habilidades necesarias para prosperar por cuenta propia.

Tomemos como ejemplo el programa social para adultos mayores en nuestro país. Aunque este apoyo es necesario, especialmente para quienes trabajan en la economía informal sin seguridad social ni plan de retiro, es esencial reconocer que es un paliativo y no resuelve el problema subyacente de la alta informalidad. ¿Deberíamos eliminar este apoyo? Por supuesto que no, pero la prioridad debería ser realizar cambios en la economía para garantizar que los jóvenes puedan trabajar y ganarse la vida de manera formal, evitando depender de futuros apoyos gubernamentales.

A diario, en oficinas gubernamentales y escaños legislativos, la necia burocracia propone nuevos derechos, prestaciones y regulaciones laborales para el sector formal. Paradójicamente, a medida que aumentan los costos y las regulaciones para establecer empresas y empleos formales, condenamos a más de la mitad de la población a empleos precarios en la informalidad.

El Presidente de México celebra como un gran logro que el 70% de las familias reciban algún apoyo del gobierno. Sin embargo, es esencial recordar que ese dinero no es del gobierno, sino de los contribuyentes, y el objetivo debería ser que los mexicanos no necesiten estas dádivas. La realidad es que el gobierno actual carece de un plan para que cerca del 60% de los mexicanos que trabajan en la informalidad puedan pasar a la formalidad. La productividad y generación de valor en la informalidad son tres veces menores que en la formalidad, explicando el escaso crecimiento experimentado en las últimas décadas.

Es urgente que el gobierno simplifique, desregule y realice una reingeniería disruptiva del marco regulatorio para facilitar la apertura y operación de negocios formales, incluyendo una flexibilización del mercado laboral para reducir los costos de generar empleos formales. Simplificar y facilitar la formalidad es crucial.

Sin un crecimiento económico sostenido y vigoroso, la prosperidad es inalcanzable. Para lograrlo, es necesario garantizar el acceso a una educación de calidad que brinde las competencias y habilidades para crear valor y generar riqueza, así como un robusto sistema de salud con énfasis en la prevención. Además, el gobierno debe asegurar la seguridad pública en todo el país.

Los gobernantes de la pobreza prometen asistencialismo permanente, pero esto no es sostenible sin comprometer el futuro. Estos programas crean dependencia, merman la voluntad y no resuelven los problemas estructurales. Aunque algunos programas sociales bien focalizados y temporales son necesarios, no deben ser un fin en sí mismos.

La verdadera transformación implica un gobierno que garantice educación y salud de calidad, creando las condiciones para que cada mexicano desarrolle sus potencialidades en un ambiente de libertad, paz, seguridad y concordia. Necesitamos gobernantes de la prosperidad que faciliten un desarrollo inclusivo, donde nadie se quede atrás. #OpiniónCoparmex

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