Mismo lugar, misma fecha, los mismos equipos, la misma hora... ¿El mismo resultado? Eso tendrá que resolverlo el Cruz Azul.

Todo se alineó para que los celestes vuelvan al Estadio Azteca y entierren a los fantasmas que los persiguen desde hace más de una década.

Increíble que nos toque vivir el cumplimiento de un ciclo entre La Máquina y el América.

Justo 11 años después, regresan al Estadio Azteca para jugar la gran final.

Se agolpan los recuerdos de la trágica noche azul, en donde nació la famosa cruzazuleada y el éxtasis del americanismo.

La noche en la que el guardameta Moisés Muñoz pasó a ser leyenda del Ame con ese cabezazo a portería que significó el milagroso gol en tiempo añadido de la segunda mitad, que llevó el juego hasta los penaltis y la conquista del título con el tiro de Miguel Layún.

Al Cruz Azul, la vida le ha regalado una gigantesca oportunidad de cobrar su revancha; es hoy o nunca.

La afrenta no es fácil, pese a que el América no llega tan potente como en el juego que celebraron en la pasada Jornada 8, en el que las Águilas salieron con la victoria.

El Cruz Azul, para evitar el bicampeonato de su gran rival, necesita recuperar el nivel que nos asombró en varias fechas del torneo; encontrar su mejor versión, para alcanzar la épica conquista en el próximo escenario mundialista.

No hay duda de que tendremos dos partidos llevados al límite.

Será una final inolvidable, con dos muy buenos estrategas y futbolistas de alta calidad, que entienden la enemistad deportiva que existe.

Si los azules aprendieron de ese 26 de mayo de 2013, entonces serán capaces de no repetir la historia.

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