Queridos Reyes Magos: Creo que cerramos el 2019 con mejores auspicios de lo esperado, al menos en la superficie, finanzas públicas ordenadas, inflación y tasas de interés a la baja, el peso al alza, un T-MEC milagrosamente acordado en medio de un proceso de “impeachment” convulso, con nuestro “negociador solitario”, reconocido por el ingenio popular como “Chucho Cede”. Aumento acertado en salarios mínimos.

Sin embargo, el paciente sufre 2 graves enfermedades: “el estancamiento estabilizador” de tasas de crecimiento entre 0 y 1%, que lo mantiene paralizado, mientras el cuerpo resulta carcomido lentamente por una gangrena de violencia, estimulado por el crimen organizado, sin médico, remedios ni medicinas para contenerla.

Estas son mis peticiones para que nos ayuden en el 2020: es iluso, pero ojalá iluminen a nuestro gobierno en aspectos básicos como respetar el Estado de derecho, la democracia, los organismos autónomos, el Estado laico juarista, la tolerancia hacia voces discordantes…

Para AMLO, gran conocedor del valor de los símbolos, ¡sería bueno iniciar el año con un "mea culpa", con grandes detonadores de confianza, cancelando absurdas inversiones en Santa Lucía, Dos Bocas, y ¡reactivando el aeropuerto de Texcoco! Luego, impulsar un gran Acuerdo Nacional para acelerar el crecimiento incluyente a tasas de entre 4-5%, movilizando a todos los actores y los medios requeridos. Sin inversión no hay crecimiento. La inversión pública y privada está en sus niveles históricos más bajos. Se necesita un Programa Nacional de Inversiones de gran escala (5% del PIB), verdadero, no un inventario de obra en curso. Rescatar a Pemex con sensatez para que se apiaden de nosotros las calificadoras.

Redefinir la inexistente estrategia de seguridad, con reacomodos institucionales, que cubra toda la cadena, desde policías locales, procuradurías, jueces, cárceles… Según expertos, se requieren recursos de 3% del PIB y una Guardia Nacional o equivalente de 250,000 efectivos mínimos. Una política de Seguridad Social universal, con la fórmula Levy de costearlo con impuestos y no cuotas, y no medidas “asistenciales” dispersas e insuficientes. Reformar las pensiones antes de que hagan explotar el sistema fiscal.

Para lograr lo anterior es evidente que el Estado mexicano carece de recursos en sus 3 niveles. Es indispensable una reforma fiscal integral, resultado de un Pacto Fiscal nacional, balanceado, sustentado técnicamente en un Consejo Asesor Fiscal, actuando sobre los grandes impuestos; mayor progresividad en el ISR-personas físicas, mayores incentivos para ISR-personas morales, una mayor recaudación en el IVA, que permita compensar a los más pobres, vía gasto social. Reformar también el sistema de coordinación fiscal, con mayores compromisos para los Estados en recaudación e inversión productiva y más cobro del predial.

Necesitamos una política industrial, con su vertiente regional para fortalecer el mercado interno, que nos permita defendernos de las nuevas condiciones del T-MEC, e incorporarnos en la nueva revolución industrial y tecnológica. No hay política industrial que no se sustente en una política de financiamiento, basada en bancos de desarrollo fuertes, impulsando políticas sectoriales, bajo el control de la SHCP, no fusionados, y vinculando el crédito de la banca privada al desarrollo productivo, no privilegiando créditos leoninos al consumo para nutrir las utilidades de sus matrices. El otro sostén debe ser una política educativa y tecnológica de excelencia, incluyendo particularmente la formación de técnicos y científicos. Para todo ello, una administración pública que privilegie el mérito, depurada de “cuatismos” ineptos, que ameritan “vacaciones” y sin tanta simulación.

Queridos Reyes Magos, si nos ayudas con tu magia a realizar, aunque sea algunos de estos cambios, estaremos en el camino de una verdadera transformación. ¡Feliz Año Nuevo!

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