El triunfo inobjetable del Presidente Biden sobre el Presidente Trump significa un punto de inflexión en la historia de Estados Unidos y de nuestras relaciones. El análisis del lamentable gobierno de Trump y la forma contrastante como se inicia la era Biden, ofrece lecciones importantes de ¿cómo gobernar y cómo no hacerlo?

Desafortunadamente, el estilo populista autoritario de Trump evidencia muchas similitudes con el gobierno de AMLO. En ambos casos, el objetivo antidemocrático es fortalecer su poder personal, ampliar su base de apoyo para ganar elecciones. Ambos crean un nuevo “movimiento”: el “Trumpiano” que deforma la tradición del Partido Republicano y, la 4T, contra todo lo que le precedió. Carentes de estrategia de gobierno, salvo elementos muy simplistas: “engrandecer a América”, supremacismo blanco; en nuestro caso, la lucha contra la corrupción, la “austeridad franciscana” y “primero los pobres”. No configuraron un gobierno profesional, buscando una administración eficaz, sino actuaron por ocurrencias e intuiciones no meditadas. Trump despidió caprichosamente y de manera insultante al que no le rindió obediencia ciega, sobre todo en las áreas claves del Departamento de Estado, Defensa, Justica, FBI. En México, con excepciones, un gabinete incompetente, desplazándose a los más técnicos y moderados.

Sus más rotundos fracasos fueron la deplorable gestión de la pandemia, ¡con efectos electorales! Subestimaron desde el principio su importancia, desatendieron a los científicos, no adoptaron medidas preventivas, sin liderazgo para predicar con el ejemplo –salvo su contagio-. Las consecuencias fueron terribles: en Estados Unidos más de 600,000 muertos, más que en todas las guerras; en México, por las mismas razones, tercer lugar letal mundial. Uno, gobernó por los “tweets”; el otro, por las “mañaneras”, entronizaron la mentira y, cuando la verdad los perjudicaba, crearon verdades alternativas. Ambos estimularon la polarización, la confrontación; allá, el odio racial, la violencia policiaca, etiquetando a los demócratas liberales, como “comunistas”, igual a la prestigiada prensa liberal: el New York Times, Washington Post. Aquí, el enemigo creado fueron los “fifís”, los “neoliberales”, los “conservadores”, el “PRIAN”, arremetiendo contra los medios progresistas, como Reforma, Nexos y los “intelectuales orgánicos”. Con la frustración derivada del declive de popularidad por sus malos resultados, se “encierran” en un grupo de incondicionales afines “yes men”, como Giuliani, su familia; aquí, Bartlett, Ebrard, Nahle y Sandoval…

El cambio a la era Biden es notable y ofrece valiosas lecciones. Entiende que la mejor forma de combatir una crisis es convocando a la unidad, no la diaria confrontación. Es el Presidente de todos. Nuevo estilo de gobierno. Se requiere siempre la decencia, la transparencia y hablar con la verdad, aunque moleste; ser tolerante a la crítica. Para gobernar, conformó un gran gabinete de experiencia y competencia probada en las funciones asignadas.

Arrancó rápido con un programa integral de “100 días”, semejante al “Nuevo Trato” de Roosevelt, con claras prioridades. Primero, controlar el CV-19 vía medidas preventivas obligatorias, como el tapabocas, junto con un Programa de 1 millón de vacunas por día y, segundo, un Programa de Alivio multifacético por US$1.9 billones, incluyendo un apoyo per cápita de US$1,400, que es lo que debería hacer urgentemente nuestro gobierno. Acciones en un frente amplio en migración, cambio climático, energías limpias, multilateralismo…

Del contraste analizado, se desprenden criterios de buen gobierno, que deberíamos aplicar: 1) buscar la unidad, no la polarización, recuperando la confianza; 2) gobernar con programas, no ocurrencias, con un gabinete con experiencia y funciones bien definidas, despidiendo al que no da resultados; 3) actuar con legalidad, transparencia y veracidad, no inventando verdades alternativas; 4) prioridad a controlar la pandemia con una estrategia eficaz de vacunación y un programa de alivio suficiente; 5) escuchar la crítica; 6) no destruir más instituciones, sino fortalecer las necesarias y, 8) revertir inmediatamente los errores.

Si AMLO aprende de estas lecciones y fracasos, irá en camino de un buen gobierno. De no ser así, como Trump, puede pasar como uno de los peores Presidentes de nuestra historia.

Google News

TEMAS RELACIONADOS