La del Tottenham; sí, la infaltable playera de los Spurs que —desde el día uno de nuestros informales partidos— utilizó cuando le correspondió jugar para el equipo blanco.

Y es que Paco fue tenaz como su negativa a cambiar de modelo y perseverante como su disciplina por mantener en buen estado una de las camisetas menos atractivas de un equipo intermitente. Pero era, en definitiva, su amuleto durante esa transformación que experimentaba únicamente en la cancha y la narración.

Le regalamos otras playeras blancas, pero siempre regresó a la de los hombros negros, de marca Under Armour, la del escudo del gallo sobre el balón del lado izquierdo... La de la temporada 2016.

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La carrera de Paco estuvo llena de momentos memorables —por más de 30 años— en el futbol, que fue su pasión, pero también en otros deportes. La octava medalla de oro de Michael Phelps en Beijing 2008 no sería la misma sin su épica narración, como tampoco el gol de chilena de Raúl Jiménez en la eliminatoria de 2013, o el noveno título de Liga del Cruz Azul (2021).

No tengo idea cuál fue su primer gol narrado, no sé cuál fue el que más disfrutó, ni el que más sufrió, pero el reciente 9 de marzo, al minuto 68 en el Estadio Azteca, Alejandro Zendejas anotó, tras un largo pase de Kevin Álvarez, el último gol en la vida de Paco Villa. América derrotó a Tigres (2-0) esa noche y los pulmones de una legendaria voz decidieron que ya no generarían aire para gritar más goles.

Fue meticuloso en los preparativos de cada asignación, detallista en datos inusuales, perfeccionista en cada labor, exigente con la calidad del producto que entregaba, desbordado en el optimismo con el que trabajó durante su padecimiento, y hasta obsesivo con el cumplimiento de las normas. Ni un tequila de más, ni un paso de menos... Ni un regaño de más, ni un gesto amable de menos... Ni una mala palabra de más, ni una risa de menos.

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La peor experiencia de Paco en su longeva carrera fue aquella en enero de 2022, cuando —tras una crítica común y corriente— fue presionado, junto con dos de sus compañeros, a publicar en redes sociales una disculpa ya redactada. Lo hizo contra su voluntad y —durante largo tiempo— lo vi desencajado, incrédulo y con intenciones de no continuar. Afortunadamente, decidió seguir.

Ya no veré a mi compañero y vecino con la misma playera blanca del Tottenham, ni tampoco discutiremos en la cancha por algún mal pase, disparo o mala decisión. Ya no reiremos en shows ni coberturas, pero tampoco nos iremos a tomar una cerveza antes de dormir en alguna lejana ciudad, tras el trabajo. Hoy, sin todo lo anterior, queda el legado, las lecciones y el ejemplo de lo más difícil que puede lograr un hombre al terminar su misión: Ser tan íntegro como Paco Villa.

@felixatlante12 @felixunivision12

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