La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) estima trimestralmente la percepción de la seguridad pública en zonas urbanas, cubre 75 ciudades y las 32 entidades federativas. Evalúa, a través de diversos reactivos, la percepción de riesgo que siente la población de ser víctima de algún hecho delictivo. Vale la pena mencionar que, aunque muchas veces esta percepción coincide con las estadísticas delincuenciales, muchas otras no. Numerosas personas, por ejemplo, refieren sentirse inseguras y temen ser víctimas de determinados tipos de delitos a pesar de que nunca lo hayan sido. Independientemente de ello, la percepción de inseguridad influye directamente en la dinámica social y en las actividades de las personas. Puede resultar en la modificación de actividades cotidianas, en inhibir la cohesión social, o incluso en la afectación de la salud emocional y mental de los individuos.

La percepción de inseguridad puede repercutir también en los niveles objetivos de inseguridad, pues al reducir el uso de los espacios públicos por parte de la población, se limita la vigilancia informal de las personas en las calles, lo que genera mayores oportunidades para quienes busquen delinquir. Además, produce un diseño urbano poco armónico en el que los ciudadanos terminan levantando los muros y rejas, aislándose de la vida en comunidad.

El estado del arte y los hallazgos de la ENSU evidencian que hay ciertos hechos que generan una mayor percepción de inseguridad en los ciudadanos que otros. Por ejemplo, la presencia de personas consumiendo alcohol o drogas son situaciones que influyen notablemente en la sensación de inseguridad en la gente. Lo mismo sucede con las pandillas, los robos, el vandalismo y disparos en los entornos. Haber sido víctima de un delito de forma directa o en el caso de algún conocido o familiar, afecta aún más la percepción de inseguridad. También las redes y medios de comunicación influyen.

Los levantamientos de la ENSU en los últimos años evidencian un par de hechos sobre los cuales vale la pena reflexionar. Primero, que Fresnillo, Zacatecas, y Naucalpan (los lugares en los que la población manifestó sentirse más insegura en las 4 mediciones de 2023 y en varias de 2022 y 2021) son también los sitios en los que las personas confían menos en su policía municipal, estatal, en la Guardia Nacional, en el Ejército y en la Marina. Segundo, que haya municipios como Ciudad Juárez y Nuevo Laredo, donde aun existiendo una presencia importante de Guardia Nacional y Ejército, sean de los lugares en los que menos confían en estas autoridades.

En contraste, San Nicolás de los Garza, San Pedro Garza, Saltillo, Piedras Negras y Neza son desde hace varios años los lugares en los que las personas se sienten más seguras y en donde sus policías municipales son efectivas y confiables. Al respecto, vale la pena resaltar el esfuerzo permanente de fortalecimiento y capacitación policiaca en Saltillo. Destaca por sus estrategias de proximidad y mediación, su sistema de incentivos, mejoras salariales, y por sus grupos ciudadanos de seguridad que ya suman a más de 100 mil usuarios en grupos de WhatsApp. La policía de Neza también ha sido una de las mejor calificadas  desde hace varios años, como resultado de su enfoque de proximidad y de contacto ciudadano permanente.

En lo referente a la percepción de confianza y efectividad de las policías estatales durante 2023, cabe resaltar a las de Nuevo León, Yucatán y Coahuila, todas con mandos civiles.

Que quede claro: la percepción de seguridad se puede mejorar con estrategias de prevención, mejores servicios, cuidado y transformación del espacio público, pero sobre todo con policías locales cercanas, confiables y eficaces.

@EuniceRendon

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