Ni todos los millones del mundo, ni los millones de espectadores, habrían podido salvar a Jake Paul de una tragedia. Y hay que decirlo con absoluta claridad: El inexperimentado peleador estadounidense estuvo peligrosamente cerca de una desgracia que pudo haberle provocado una lesión irreversible e, incluso, un accidente fatal.

Mi lema es claro: No Puedes Jugar Boxeo. Y, tristemente, en esta ocasión aplicó a la perfección. Lo que en el papel ya lucía grotesco, en la realidad terminó siendo todavía peor.

Un boxeador con marca de 12-1 y siete nocauts fue puesto frente a un medallista de oro olímpico, dos veces campeón mundial de los pesos pesados y monarca unificado de la división: Anthony Joshua, dueño de una foja de 28-4, con 24 rivales noqueados. Se notaba el sinsentido: Enfrentar a un campeón probado, contra un peleador sin credenciales reales en el boxeo de élite.

El desarrollo del combate desnudó todas las carencias de Jake Paul. Sí, es disciplinado; sí, entrena; pero eso no lo convierte en un boxeador auténtico. Se esfuerza, pero no tiene con qué.

Lo que vimos fue una vergüenza deportiva. Un Paul huyendo despavorido ante los tibios embates de Joshua, quien nunca aceleró a fondo. El combate terminó siendo un auténtico vodevil boxístico: Uno rehuía el intercambio; el otro se cuidaba de no lastimar seriamente al rival.

El desenlace no fue tan grave como muchos temíamos. Aun así, hubo quijadas rotas y sangre. Fue como ver a un cinta blanca frente a un cinta negra.

Lo más preocupante no es el espectáculo, ni el morbo. Lo verdaderamente grave es que nunca debió ser una pelea oficial. Esto debió quedarse en una exhibición, con protocolos especiales de seguridad. Sus asesores, la estructura que lo rodea y el propio Paul, lo expusieron de más, poniéndolo en un riesgo innecesario, frente a un boxeador que está a años luz por encima de su nivel.

La pregunta obligada es institucional: ¿En qué estaban pensando los integrantes de la Comisión Atlética de Florida?, ¿cómo se autorizó semejante barbarie? No podemos normalizar este tipo de combates, ni justificarlos por el éxito económico. El daño va más allá del ring, el mensaje que se envía es peligrosísimo. Se le dice a los jóvenes que cualquiera, con dinero y fama, puede subirse a pelear contra un campeón consagrado.

Quienes autorizaron y sancionaron esta pelea lastimaron profundamente al boxeo y, de paso, faltaron al respeto a quienes han construido su carrera con base en sacrificio, disciplina y golpes reales.

Jake Paul, como promotor, ha sido un apoyo valioso para el boxeo femenil. Pero, como peleador, le hace daño al deporte. Y alguien debió decírselo a tiempo: No Puedes Jugar Boxeo.

@ErnestoAmador

Google News

TEMAS RELACIONADOS