Llegan demasiado tarde. Cuando todo está perdido. Cuando nada queda por hacer. Rescatar. No por la vía electoral que proponen quienes convocan a que “Salvemos la Democracia”.
La tiranía devoró a la democracia y sus bienintencionados, pero desubicados salvadores, todavía no lo saben.
Asistimos a la máxima tragedia política del Siglo XXI en México. Que envolverá al país por décadas. A la que no podrá escapar nadie.
Seguramente ninguno de sus artífices. Nadie de los que respiramos ahora, viviremos para presenciar el regreso de lo que se ha ido. Que dejamos escapar. Usurpar. Atracar.
Lo más lamentable. Doloroso. Dramático, es que quienes llaman hoy a salvarlo, no se den cuanta de dónde ha quedado. Dónde se halla lo que creen que es democracia todavía.
Las instituciones. El país. La sociedad, dejaron de ser lo que eran en el sexenio de la regresión. Degradación. Perversión. Corrupción histórica.
Los Democracidas: asesinos de la democracia, encabezados por Andrés Manuel López Obrador, se regocijan. Regodean. Complacer, en la carnicería institucional que hicieron durante seis años y nadie pudo detenerlos.
Claudia Sheinbaum sigue en la misma línea y nadie la detendrá. Ambos tienen el mismo objetivo. Construyeron el andamiaje de su maldad. Para hacer todos los males posibles sin restricción. Sin medida. Sin límites.
Modificaron la Constitución para que sus actos fueran inimpugnables. Sobre esa base, concluirán su proyecto faccioso-criminal con la reforma electoral que están armando.
El sistema popular que se edificó durante décadas. Con enormes dificultades, fue convertido por el huachicolero de la política, Andrés Manuel López Obrador, en una tiranía, que históricamente se sostiene en la cancelación del Derecho. Las libertades. El bien. Las garantías.
Hoy, prácticamente nada queda de esos fundamentos. Esencia. Soporte de la democracia. Se equivocan quienes crean que algún huachicolero o tombolero tiene el menor propósito de preservarla. Mejorarla. Perfeccionarla.
La han asesinado. La han sustituido por la forma más ruin. Despiadada. Cruel. Inhuman forma de gobierno. Se ufanan de ello exhibiendo sus vicios.
A los demócratas extemporáneos se les reconocen sus buenas intenciones. Pero su obligación es saber dónde están. Decirlo. Especificarlo. Si no, ¿quién lo seguirá? ¿A dónde llevarán a quienes los acompañen en su aventura sin porvenir?
El camino que proponen seguir se acabó. El fin que buscan ha dejado de existir. Las formas de lucha civilizada no tienen viabilidad. Ahí están Venezuela, Nicaragua, Cuba…
Ese nefasto modelo se erigió en México mediante la continua. Diaria. Profusa dispersión de la discordia. Diferencias. Desacuerdos. Confrontación. Malos humores, alentado por el ex presidente. Seguido por el pejismo.
Desde sus misceláneas mañaneras –donde “vendía” de todo– López Obrador dividió al país. Fomentó la animadversión. Odio. Enfrentamiento social con su venenoso discurso polarizante sobre ricos y pobres.
Sin ningún escrúpulo, llegó a confesar la meta electorera de sus programas del gobierno, financiados con los impuestos de todos. Atribuyéndoselos como propios.
Con esos recursos, controló. Manipuló. Durmió al pueblo “bueno” que, indigente. Necesitado. Urgido, aprobó. Respaldó. Apoyó todas sus atrocidades. Irracionalidades. Bestialidades. Su heredera sigue haciendo lo mismo.
Su perniciosa. Malévola. Mentirosa “renovación”, lo llevó a entregarle cientos de funciones administrativas a marinos y militares con la infundada idea de que no se corromperían.
Los resultados están a la vista. Nuevos millonarios presumen sus fortunas. Incluidos sus hijos. Hermanos. Amigos. Cómplices.
Como nunca, desde el sexenio pasado el crimen organizado tomó carta de naturalización. Jugó y juega un papel protagónico. Se lo entregó ese detestable personaje que juraba y perjuraba que no traicionaría a México.
Con su permisiva política de abrazos no balazos, propició que la delincuencia organizada se apropiara de la mayor parte del territorio nacional y se vinculara con funcionarios del más alto nivel. Son una y la misma cosa. Los mueve al unísono únicamente el dinero.
Este cáncer junto. Fusionado. Asociado, se recrea a sí mismo. Se amplía. Fortalece. Multiplica. Actuando en complicidad, que tanto le reditúa, apunta a perdurar por años. A hacer metástasis. A ser inamovible.
Ese grupo mafiopolítico es el dueño de la ley. Sus líderes ocupan los principales cargos públicos. Hacen el Derecho. Lo adaptan a sus necesidades mediante la simulación democrática. Hacen que la justicia se imparta exclusivamente para su beneficio.
Políticos y narcotraficantes, unidos, están blindados. Se protegen a sí mismos. Mutuamente. Su poder será inmodificable. Inamovible. Invencible. Hasta que el pueblo tome conciencia de esa calamidad y decida superarla.
Por lo pronto, se asumen como demócratas. Actúan como déspotas. Se reafirman como plutócratas.
La convocatoria “Salvemos la Democracia” es loable, pero bastante tardía. Inútil. Vacía. Será infructuosa en todas sus expresiones. Dimensiones. Ambiciones.
El gobierno y su partido, simple y sencillamente, no darán un paso atrás en la devastación institucional cuyo final serán las reformas a la ley de amparo y electoral. Aquélla, a punto de ser aprobada; ésta, el año entrante.
¿Quién dijo a los “salvadores” que algún tombolero, huachicolero o abonero quiere hacer el mínimo esfuerzo o movimiento para mejorar, fortalecer, perfeccionar el régimen democrático?
La alarma que manifiestan al señalar que este se halla “en riesgo”, refleja su desconocimiento. Pasan por alto lo que ha hecho el morenismo. No tienen bases para decir que ese partido “quiere imponer una reforma electoral que le entrega más poder al poder”. Lo ha hecho. Hará el resto sin miramientos.
El “Árbitro justo” que quieren, compuesto por autoridades electorales autónomas, ciudadanas y profesionales. “Que no respondan al poder, sino a la ley”, aunque se los concedieran, lo tendrán con funcionarios como los de ahora: entregados. Desvergonzados. Pusilánimes. Reptando para mantener privilegios.
Su inocencia de pedir “Cancha pareja (…) La competencia debe ser limpia. Sin ventajas para el partido en el poder. Las elecciones no son un juego con dados cargados”, es realmente conmovedora.
Su pretensión de “Cero trampas (…) Basta del uso electoral de programas sociales. No más compra de votos. ¡Que gane quien tiene propuestas, no quien reparte dinero! Es una utopía.
El sueño que proponen de “Fuera la delincuencia de las urnas (…) El narco y el huachicol no pueden decidir elecciones. Saquemos el crimen de nuestra democracia” es irrealizable. ¿Creen que Morena puede deshacerse de su principal aliado?
Como verdaderos neófitos algunos; descarados quizás no pocos, dicen “No al chapulineo (…) Si votamos por alguien para un cargo, debe cumplirlo. No brincar de puesto en puesto como si fuera un juego”. ¿Cuántos de los convocantes no son chapulines?
En efecto, como recuerdan: “Un voto vale un voto (…) No más sobre-representación. El Congreso debe reflejar lo que votamos, ni más… ni menos”. Pero se olvidan de que eso sólo ocurre en la democracia.
Las 130 mil firmas que necesitan para que el Congreso discuta su iniciativa no son problema. Si los ciudadanos le vieran posibilidades de éxito, tendrían el apoyo de millones. Hastiados de lo que está pasando.
Pero nadie los tomará en cuenta a la hora de legislar. Mucho menos durante la aplicación de las normas en perspectiva de ser aprobadas. Pronto serán la más cruda realidad política nacional.
Las falacias de los gobernantes. Sus desmesuras. Incongruencias. Pillajes, inexorablemente llevan a las sociedades al cansancio. Al hartazgo. A decir: ¡Basta! Y a actuar por cualquier medio.
Cabalgando en la desvergüenza, el morenismo acelera el paso hacia ese punto.
Línea de Fuego
Si “por obvias razones” la supuesta líder del morenismo, al que realmente manda el (D)Andy, hizo expulsar a Hernán Bermúdez, sublíder de La Barredora, toda la caterva de rateros que pueblan esa corriente, empezando por Adán Augusto López, también deberían ser echados. En la lista no podrían faltar Mario Delgado, Rubén Rocha, La roña, Américo Villarreal, Evelyn y Félix Salgado, Monreal. Y si la catarsis fuera en serio, su partido tendría que empujarlos hacia la justicia. Eso no pasará. Porque en algún momento Andrés Manuel López Obrador sería insalvable… ¡Sinvergüenza! ¡Cínica! ¡Ladrona!, es lo menos que se dice de la ex directora de Conacyt, María Elena Álvarez Buylla por haber destruido en todas las formas esa institución. Será un caso más de impunidad y desfachatez… Julio Menchaca Salazar, gobernador de Hidalgo, ha dejado la oficina para estar cerca de los damnificados que se registran en el estado por las lluvias. Para evaluar los daños. Actuar. Tomar decisiones in situ. Inmediatas, en todas las vertientes posibles. Mirando a normalizar la situación de sus gobernados… Mezquindad. Egoísmo. Envidia de una mujer importante, negándole un reconocimiento mínimo a otra mujer que lo es más aún. Con eso, al menos sabrá que la Gloria y la Historia tienen dos caminos. Y cada quien elige el suyo… “Ya está saliendo toda la pudrición”, dijo recientemente José Ramiro López Obrador. No pasó mucho tiempo para que se vea como parte de ella por el enriquecimiento que se le atribuye… Víctor González Torres, Dr. Simi, no ganó el Premio Nóbel de la Paz pese a su encomiable labor humanista a favor de millones de necesitados a los que les hace llegar medicinas a precios bajos. Pero su obra bienhechora ahí no termina. Su hijo, Víctor González Herrera, seguirá sembrando y cosechará el fruto de esa gran obra. En algún momento, le dará mucho más que un galardón… Hierve la UNAM. Paros. Reclamos. Amenazas, amagan a esa institución. La acechan mentes enfermas. Manos sucias. Intenciones perversas. El rector, Leonardo Lomelí, puede dar una demostración de grandeza. Visión. Determinación para salvaguardarla. Si sale de su burbuja, encontrará en notables universitarios –que no fueron ni son sus enemigos y pueden ser valiosos aliados– el apoyo que nadie de su equipo le da ahora. La pérdida de nuestra Máxima Casa de Estudios, se traduciría en la caída de México. Tal es su responsabilidad histórica… Las encuestas, levantadas entre algunos miles de personas, pueden “aprobar” la gestión de un año de Clara Brugada. Pero ante el sentimiento. Sufrimiento. Percepción. Opinión de millones, está re-contra-súper-reprobada. Las razones sobran.






