0. Vale la pena comenzar

Para no pocas gentes no es llegado el momento de reflexionar públicamente sobre lo que vendrá después de la catástrofe mundial del COVID 19. Que si los huracanes infecciosos no han terminado de asolar al mundo y a México, que si sólo debemos acatar en estos días los protocolos sanitarios (y sí, claro está), que si sólo los chinos y Trump sabrán hacia donde vamos, etc., etc. Justo porque el Corona Virus ha dejado al descubierto el mundo del que venimos, el sistema-mundo que durante décadas ha sacrificado el bienestar por la ganancia salvaje, es que vale la pena comenzar a reflexionar ya sobre las posibilidades de un sistema distinto, menos opresivo y antidemocrático, más social.

1. Tres opciones

El mundo parece tener sólo tres opciones para seguir una vez superada la etapa larga y penosa de la pandemia: 1ª La restauración del sistema , operación que tratan de documentar a cada hora los contadores de la decadencia que van de una caída de bolsa a la otra, oponiendo uno o varios escenarios de recesión frente a los otros, con desesperados llamados al oxígeno fiscal, anunciando que no muy pronto, pero algún día, después de muy penosos y ya muy vistos sacrificios, podría retornar la anormalidad ciertamente anormal. Pero es que, a pesar de todo, ¿no ha quedado claro que tras la peste de pestes venía, vieja, muy desdentada, la insolvencia pública y moral del ultraliberalismo? 2ª La prolongación del mundo fragmentado creado en la contingencia , la continuidad del “nosotros aquí, ustedes allá: nada nos une”, el funcionamiento de bloques antagónicos en lo económico y militar, el reforzamiento de fronteras de todo tipo, mentales, aduanales, migratorias y culturales, que sólo vendrían a acentuar los nacionalismos, las explosiones racistas y de los discursos y crímenes de odio. Y 3ª La construcción de una nueva solidaridad y cooperación global , basada en una economía social más justa y en la revaloración de la necesidad de la esfera pública, de un Estado y un gobierno democráticos, eficientes y respetuosos de la iniciativa social. También, en la estimación de la importancia estratégica y política de fortalecer e innovar a los organismos multilaterales para secundar y fortalecer el nuevo impulso social que debería actuar en interés de la supervivencia plena de todos. ¿Seremos capaces de ir más allá de la histeria colectiva, las noticias falsas, las teorías conspirativas y paranoicas, las manifestaciones de odio y de racismo, del ánimo enfermizo pro-restauración, de las tentaciones del encierro territorial, que nos llegaron de pronto con un bacilo inesperado y minúsculo, ferozmente depredador, poniendo en jaque el destino mismo de la Humanidad?

2. El valor de la cultura en esta hora y las que vienen

La aparición del bacilo minúsculo pero gigantesco y devastador, nos ha permitido constatar muy rápidamente que no hemos vivido bajo el imperio de una fatalidad sino de algo más banal: un régimen que impuso, de un modo casi imperceptible, la especulación, la rentabilidad, la neurosis del lucro y de la ganancia sin límites, a las necesidades reales de la sociedad. Por mucho tiempo. El problema ha estribado en que el mundo real quedó atrapado o engullido por un globo virtual “globalizador” presentado como si fuera real. Y así para la economía, la política o la cultura.

Los mexicanos de hoy, los ciudadanos del mundo de esta hora, tenemos ante nosotros la oportunidad de acudir, creativa y entusiastamente, al llamado -que se nos hace en horas difíciles- para impulsar una nueva solidaridad y cooperación efectivamente global en el que la cultura sea más que un ornamento nacionalista.

Salgamos del encierro de nuestras cuevas para tratar de contribuir a pensar y a construir una sociedad alternativa para lo que el diálogo intercultural, abierto y renovado, podría ser fundamental.

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