1ª ¿Podemos pensar al país, imaginarlo o sentirlo por fuera de La Mañanera?

2ª ¿Por qué ese considerarnos abrumados, incapaces o yengos ante la legítima, muy diestra utilización presidencial de ese recurso de poder intimidante y madrugador?

3ª ¿Podemos discutir el futuro sin el temor de caer en el plato pegadizo atrapamoscas de una comunicación social oficial de suyo cerrada y envolvente, a veces adicta al disparo oneroso y prepotente de trolls y bots pero, al final, muy vulnerable, expuesta y quebradiza?

4ª ¿Podemos hoy, en plena incertidumbre y quebranto, cuando los mexicanos vivimos en el descampado, acudir al capital social pensante del país para oponerlo a la arcaica pero muy persistente cultura priista que ha resultado más indigesta que el chorizo verde, verdaderamente tricolor y retórico como el que se exhibió el pasado domingo en Toluca?

5ª ¿Por qué, desde el ciudadano común, los eternos y certificados expertos hasta los pretenciosos y sabiondos “líderes de su opinión”, hemos permitido, sin más, que se juegue y recontra juegue ofensiva y absurdamente ante nuestra inteligencia y nuestro rostro a las “corcholatas” del destape como si el país y sus desvelos dependieran de un pasatiempo tan frívolo y divertido como el de “a ver, vamos a jugar a ver quién se queda sin su sillita”?

6ª ¿Es que el poder decadente de nuestros días, desaparecido en su fuerza y autoridad por el Covid 19, no puede más y se ha convertido claramente, en México y en el mundo, en el patrono cómplice y tolerante de su inocultable mediocridad e ineficacia?

7ª ¿Es posible concebir al nuevo país a partir de la exclusión, del rechazo o de la injustificada o temeraria procuración de la continuidad política del poder personalista que -luego de la escenificación de Toluca- estaría llegando más bien ya a su previsible e inexorable final, aún antes de haberse precipitado?

8ª ¿Por qué Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, genios de las refriegas y las acciones de guerra y luego de las intrigas del poder, no entendieron, a pesar de la Revolución, que después de Porfirio Díaz México estaba urgido de una conducción más institucional, inclusiva y partidista y en 1928 -no obstante- alentarían el magnicidio y la crisis general con tal de no deshacerse del poder?

9ª ¿Por qué Carlos Salinas de Gortari, luego de la fortaleza que le trajeron el triunfo electoral intermedio de 1991 y la aprobación del TLC en 1994, optó por el sendero errático y suicida de la reelección, más que por una muy viable reforma política histórica que podría haberle dado sentido y legitimidad a la liberalización y al país una gran estabilidad a futuro?

10ª ¿Por qué, en el colmo de su prudencia y congruencia, cinco décadas antes, el presidente Lázaro Cárdenas, ratificando su tajante rechazo a la perpetuación en el poder que le llevó a exiliar en Los Ángeles al Jefe Máximo Plutarco Elías Calles en 1935, no se empecinó en la candidatura de “su amigo, hermano y paisano” Francisco J. Múgica, legatario natural, estratégico artífice del “ideal de izquierdista puro” del cardenismo?

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