El coronavirus ha generado una crisis económica que podría ser duradera en muchos países. Desde antes de la pandemia, América Latina sumaba ya varias décadas con un crecimiento económico y un desarrollo muy limitado, pero esto puede cambiar, y podemos tomar como ejemplo al sudeste asiático.

Hace algunas décadas los latinoamericanos contábamos con mejores servicios de vivienda, electricidad, alimentación y mejores empleos que muchos asiáticos, pero en poco tiempo esto se revirtió. Los países del sudeste de Asia empezaron a crecer aceleradamente.

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, de 1980 a 2019, el crecimiento económico por habitante y por año de Argentina fue de 0.5%, 0.6% de Brasil, 0.7% de México, 1.9% de Uruguay y Colombia. Un contraste importante con los países del sudeste asiático: 3.4% de Malasia, 3.7% de Indonesia, 3.8% de Singapur, 4.1% de Tailandia, 4.8% de Taiwán y 5.2% de Vietnam.

Así fue que nos dieron la vuelta. En 1980 Taiwán tenía la mitad del PIB per cápita de México y Argentina, y era similar al nivel de Perú o Ecuador. Actualmente cuenta con un PIB per cápita de más del doble que México y Argentina, y casi el cuádruple de Perú y Ecuador. Tailandia tenía menos de una tercera parte del PIB per cápita de Brasil y actualmente lo ha superado.

Lo importante no es que hayan crecido en términos monetarios, sino que esto refleja cómo mejoraron sustancialmente la calidad de vida de sus habitantes.

En 1960, Singapur era un territorio profundamente pobre, con un baño en promedio por cada siete familias; no tenían recursos naturales, ni los más básicos; la miseria era mucho mayor a la del promedio latinoamericano. Actualmente es uno de los países más desarrollados del planeta, donde la gran mayoría de los ciudadanos gozan de vivienda digna, uno de los mejores sistemas de salud del mundo, mejores vacaciones, mayores salarios, uno de los sistemas educativos mejor evaluados, en fin. La calidad de vida se ha incrementado de forma dramática, sin dejar de reconocer que su sistema de gobierno ha sido duro con las libertades.

¿Qué hicieron diferente en el sudeste asiático? ¿Es posible replicarlo en Latinoamérica? Primero quiero expresar que cada país sigue su propio camino al desarrollo, porque cada territorio tiene sus características. No obstante, hay algunas acciones presentes en las diversas estrategias de cada país asiático y de otras regiones que también han acelerado su desarrollo reciente, como Irlanda, Polonia, los países nórdicos, Europa del este, o incluso las localidades más desarrolladas de África y Latinoamérica.

En resumen, facilitaron el emprendimiento y la creación de nuevos negocios, trámites sencillos, rápidos y baratos, impuestos que no inhiban los empleos ni la inversión ni incentivan la informalidad, educación pertinente para que los ciudadanos se adapten a los cambios tecnológicos, incentivos para el desarrollo científico y la productividad y una destacada apertura comercial con el resto del mundo, sobre todo en esta era digital. En Latinoamérica es complicado hacer negocios que brinden mejores empleos a la gente y eso ha ralentizado el progreso.

Finalmente, destaco la necesidad de implementar estas medidas en un contexto de mayor inclusión y corresponsabilidad social, porque uno de los principales problemas de los países que han mejorado la calidad de vida de sus habitantes, sigue siendo la gran desigualdad.

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