La semana pasada, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó las previsiones económicas globales en donde ajustó sus estimaciones de crecimiento para la economía mexicana, además de que recomendó aumentar la competencia y fortalecer el Estado de derecho para impulsar el desarrollo.

Las recomendaciones de la OCDE van en línea con los resultados del Índice de Competitividad Internacional, presentado esta semana por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), así como con el Estudio sobre el impacto que tiene el poder de mercado en el bienestar de los hogares mexicanos, publicado el año pasado por la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE). En la presentación del Índice del IMCO, se informó sobre la grave e insostenible desigualdad que hay en México y la COFECE evidencia que la falta de competencia afecta especialmente a las familias que menos recursos tienen.

Por el lado de la competencia, el estudio de la COFECE midió la brecha entre los precios en el mercado mexicano vs los precios como deberían ser en un escenario de competencia. En promedio, los mexicanos destinamos 15.7% de nuestro ingreso a pagar la brecha creada por la falta de competencia.

Las empresas que no enfrentan competencia pueden subir los precios discrecionalmente, ya que saben que son la única opción en el mercado.

El estudio de COFECE analiza 12 mercados de productos que comprenden entre 60% y 75% del consumo de los hogares mexicanos, siendo: tortilla de maíz, pan, pollo y huevo, carne de res, carnes procesadas, lácteos, frutas, verduras, bebidas no alcohólicas, medicamentos, transporte foráneo de pasajeros y materiales de construcción. Los mexicanos pagamos un sobreprecio promedio de 98% por la existencia de poder de mercado en estos 12 segmentos de productos y servicios. Destaca el sobreprecio de 238% en frutas, 200% en pan, 113% en materiales de construcción y 100% en lácteos.

Esto se agudiza para los hogares con menores ingresos, donde sufren una pérdida de bienestar cinco veces más grande; el 10% de los mexicanos con menores ingresos enfrenta un sobreprecio de 31% en estos bienes, mientras que el 10% más rico enfrenta un sobreprecio de 6 por ciento.

En Chiapas, Guerrero y Oaxaca los sobreprecios son mayores que en el norte del país, porque hay menos sustitutos de los bienes y las empresas pueden cargar mayores costos a sus consumidores sin el riesgo de perder participación de mercado. En Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas se enfrentan pérdidas de ingreso de solamente 3% a 5 por ciento.

Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) encontró evidencia de lo mismo. En la industria manufacturera cerca de 600 establecimientos concentran el 64% de los activos; en el comercio al por menor, menos de 0.1% de los establecimientos poseen la tercera parte de los activos físicos; en telecomunicaciones 0.3% acaparan el 89% de los activos; y en el sector financiero y de seguros, 73 instituciones suman el 76 por ciento. En total, 10% de las compañías mexicanas concentran el 93% de los activos físicos.

Cuando las empresas fijan precios más altos que el precio de competencia, haciendo uso de su poder de mercado, transfieren para ellas parte del bienestar que le corresponde a los consumidores. En un país donde 39% de la población carece de los recursos suficientes para adquirir los productos de la canasta básica, la defensa a ultranza de su maximización de beneficios en algunas empresas pone en riesgo la sustentabilidad social.

Para efectos prácticos, es lo mismo planear el daño a alguien, a ser indiferente ante la injusticia ajena.

Además, la falta de competencia no solo genera precios más altos, también incentiva a las compañías a invertir e innovar mucho menos. Blockbuster tenía poca competencia y en muchos lugares todo aquel que quisiera rentar una película o un videojuego debía recurrir a esta empresa que se desplomó porque no quiso mejorar sus capacidades ni servicios, ya que operaba parcialmente como un monopolio. Algo similar le pasó a algunas agencias de viaje y automotrices. Cuando los consumidores no tienen alternativa, los monopolios no desaparecen sino que simplemente tienden a ofrecer cada vez peores y más anticuados servicios.

En una economía en donde cualquier emprendedor puede competir contra las grandes empresas, florecen las ideas, mientras que los consumidores ven mejoras constantes en los servicios que reciben y en su bienestar.

Es por eso que la OCDE ha recomendado incentivar un crecimiento más incluyente y fomentar la competencia con medidas como la de "garantizar que las autoridades que regulan la competencia tengan los recursos e independencia adecuados".

Esta falta de competencia ha contribuido a generar una desigualdad insostenible y frustrante en México, donde el origen de las personas condiciona su destino, como lo señala el IMCO. Este será el tema de mi columna la próxima semana, porque es uno de los temas más urgentes y riesgosos para la estabilidad de México.

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