A lo largo de los años hemos creado mecanismos para marginar a las mujeres y por ello hemos cometido graves errores de los que no siempre hemos sido conscientes; aunque se han hecho señalamientos desde hace muchas décadas, apenas empezamos a prestarles realmente atención como sociedad.

Hay muchos casos que ilustran esa realidad. La arquitecta Ilse Cárdenas ejemplifica cómo el diseño de los espacios públicos de esparcimiento ha contribuido a marginar a las mujeres: “de los dos a los ocho años el uso de las zonas de juego [aptas para niños y niñas] en espacios públicos es bastante parejo entre hombres y mujeres, pero después de los ocho años esto da la vuelta de forma brutal y el 70 por ciento de usuarios constantes son hombres”, ya que la inversión privilegia canchas de fútbol, basquetbol y otros espacios mucho más utilizados por los hombres.

Araceli Campos, Country Director en Laboratoria, me contó que las primeras bolsas de aire para protección de impactos vehiculares estaban diseñadas para una anatomía masculina, por ello mujeres y niños se ahogaban, ya que suelen tener menor altura corporal que los hombres. Los primeros reconocedores de voz no reconocían la voz femenina y su principal mercado eran las secretarias, a quien no les funcionaba. Errores graves cometidos por no incluir mujeres en la toma de decisiones.

Muchos autobuses también están diseñados para los hombres, porque los tubos de los que uno se sostiene para evitar caerse están a una altura que muchas mujeres no alcanzan.

Las hemos marginado en el espacio laboral. De acuerdo con la Consultoría Aequales, siete de cada diez posiciones de alta gerencia son ocupadas por hombres; en Latinoamérica la situación es peor, nueve de cada diez de estas plazas son ocupadas por los hombres.

Aequales también señala cómo en los puestos de menor nivel está muy pareja la representación por sexo, 50-50. No obstante, conforme va mejorando el nivel, las mujeres se ven cada vez menos representadas. En México sólo dos de cada 10 puestos directivos son ocupados por mujeres.

La sociedad ha subestimado la capacidad de la mujer en el trabajo y en muchas áreas de estudio, lo cual es un grave error. Un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) encontró que los negocios registran mayores rendimientos cuando emplean a mujeres en altos cargos, aumentando hasta en un 20% su rentabilidad, además de acelerar la innovación y atraer a los profesionales con talento.

Deborah France-Massin, alta representante de la OIT, argumenta que las mujeres constituyen una formidable reserva de talento que ni las empresas ni los gobiernos han aprovechado lo suficiente.

El tema de género encuentra su peor cara cuando hablamos de violencia. Es inaceptable que en nuestro país tantas mujeres se sientan tan vulnerables sólo por el hecho de ser mujeres.

Muchas personas equivocadamente argumentan que los feminicidios son sólo una pequeña proporción de los asesinatos en México, que se mata a muchos más hombres y que a cada caso de hombre asesinado se le da muchísima menos atención que a un feminicidio.

Debemos reconocer que estamos viviendo una evidente crisis de inseguridad en nuestro país que ya lleva varios años, los niveles de violencia y de homicidio son inaceptables, además la vida de cada mujer y cada hombre valen igual; no obstante, también debemos reconocer que a muchas mujeres se les mata por cuestiones de género, es decir, por el simple hecho de ser mujeres.

Así como muchos habitantes de las colonias más peligrosas del país se llegan a sentir muy vulnerables y con su vida en riesgo sólo por el hecho de vivir en dichos lugares, las mujeres se sienten vulnerables simplemente por el hecho de ser mujeres, eso es algo insostenible, frustrante e intolerable.

Muchas de ellas se sienten solas porque las instituciones que existen para atender a las víctimas de violencia les han dado la espalda, algunas han sufrido el abandono hasta de sus familiares. Llegan ante las autoridades competentes y vuelven a ser victimizadas porque ahí mismo las acosan. Por ello se manifiestan con ira, la situación no puede seguir igual.

Recientemente en una plática, una Senadora de la República me dijo que el feminicidio es la culminación de una larga cadena de agravios y violaciones contra las mujeres, eso es lo que tenemos que denunciar y en contra de lo que debemos estar.

No es momento de darle la espalda a las mujeres, ahora es cuando debemos apoyarlas más, fomentar un diálogo con respeto y centrado más en los argumentos que en preferencias y emociones subjetivas.

Las mujeres exigen que los espacios de trabajo, las calles, el transporte público, la educación, la política y todo sea repensado para que también se adapte a sus necesidades y no sólo las necesidades de los hombres. Las mujeres también exigen reducir la violencia de género.

Nos toca también a los hombres actuar, identificar conductas agresivas contra las mujeres, rechazarlas y denunciarlas; concientizar y sensibilizar a otros hombres, incluso apoyarlos para que reciban ayuda profesional si la necesitan. Reconocer el potencial femenino y ser más inclusivo en todos los ámbitos de nuestras vidas. Se han creado grupos para platicar entre hombres sobre nuestro papel en la lucha por la equidad de género, como “Amigo date cuenta” y “Forkados”, necesitamos más.

Si en realidad queremos un mundo mejor, tenemos que combatir la inequidad y la violencia de género. Las mujeres están dando la batalla, nos toca a los hombres ahora sumarnos.

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