“El que persevera alcanza” se dice coloquialmente, sin embargo, es difícil a veces entender o descifrar la diferencia entre perseverancia y la obstinación o terquedad. Se trata de una línea muy delgada entre ambas actitudes.

He participado en los concursos públicos del Instituto Nacional Electoral “INE” para ser consejero del Instituto Electoral del Estado de México, llegué a la etapa de las entrevistas en dos ocasiones y puedo decir que mis evaluaciones han estado dentro de las tres más altas, sin embargo, no he logrado llegar a ser votado en la mesa del Consejo General del INE.

Hay voces que describen estos concursos muy técnicos, que sería mejor ciudadanizarlos. En mi opinión lo ideal sería que, este tipo de concursos, se dirigieran para todos los órganos autónomos y toda la administración pública, con el propósito de que participe gente con conocimientos en la materia electoral.

Respecto a la idea de ciudadanizarlos, personalmente pienso que están abiertos para que participe la ciudadanía interesada. Hasta donde tengo entendido, el artículo 37, inciso C, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es muy claro en señalar las razones por las que se pierde la ciudadanía, mientras no esto no ocurra cualquier ciudadano especialista en la materia electoral puede participar.

Entiendo que la perseverancia es una actitud y determinación para continuar hasta alcanzar una meta trazada, realizando acciones con un propósito definido. Como buen perseverante he aprendido y seguiré aprendiendo de los pasos dados, de mis errores y de mis aciertos, siempre para mejorar en busca de alcanzar mi objetivo.

El terco insiste en lograr algo, a pesar de que los pasos que realiza no lo conducen a su conseguir su propósito.

La obstinación o terquedad lleva a posturas rígidas e inflexibles, mientras que la perseverancia se basa en la convicción de que algo es correcto sustentado en resultados positivos. La terquedad está fundamentada en un sentimiento y la perseverancia en argumentos. La terquedad lleva poco a poco a la sordera y ceguera de la razón, incluso a la obsesión, pues, aunque hay un propósito definido, hay ausencia de resultados positivos.

La perseverancia implica firmeza con coherencia persiguiendo un objetivo, pero con conciencia y razonamiento, evaluando constantemente el resultado del esfuerzo. La perseverancia es una virtud y la terquedad un gran problema.

Los críticos del concurso y/o de los participantes, en no pocas ocasiones, lo hacen desde el desconocimiento y otras tantas, las más graves, desde el pulpito imaginario creado por ellos mismos desde donde exponen su verdad comosi se tratara de una doctrina basada en dogmas que ocultan oscuros intereses personales.

Que enriquecedor sería para estos concursos y para la propia democracia, que participaran estos grandes conocedores a fin de que expongan públicamente sus verdaderas capacidades, no se atreven a ver la viga en su propio ojo y prefieren contemplar la viga en el ojo ajeno. Es fácil criticar a terceros que sí se arriesgan a competir en forma pública y transparente.

Mientras tanto, a seguir preparándonos y tal como decía un letrero a la entrada del campo de entrenamiento: “Cuando creas que todo lo sabes, es el momento de empezar a aprender”.

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