California es un estado singular dentro de la Unión Americana: su economía es la más grande de ese país, e incluye la producción agrícola más alta, los centros más innovadores de tecnología (en Silicon Valley), y la importante industria del entretenimiento (incluyendo a Hollywood). Es más, si fuera una nación independiente sería la 6a.. economía mundial.

Asimismo, California, con 40 millones de habitantes, es el estado más poblado y con la mayor cantidad de personas de origen mexicano de todo E.U., nada menos que el 40% del total. Dentro de esta población, hay más de 2 millones de indocumentados (la gran mayoría de origen mexicano), quienes constituyen el 10% de la fuerza laboral y son parte imprescindible de la agricultura, la industria y los servicios. Por si fuera poco, de acuerdo al gobernador Gavin Newson, solo en 2018, dichos trabajadores pagaron alrededor de 2.5 mil millones de dólares en impuestos estatales y locales.

El Covid-19 ha puesto al descubierto las valiosas contribuciones de los indocumentados en California, pero a la vez su precaria situación. De hecho - si alguna duda quedara - su trabajo es esencial en labores agrícolas. Sin embargo, la mayoría de ellos están confinados a fuentes de empleo de bajos salarios y nulas prestaciones, que además con la contingencia han prácticamente desaparecido en áreas como la construcción y los servicios (hoteles, restaurantes, etc.)

Por fortuna, las autoridades demócratas de California han sido pioneras en E.U. en salir al rescate de la población indocumentada, ya que en el paquete de ayuda económica de emergencia por el Covid-19 (de 2 billones de dólares) de la actual administración republicana no merecieron ni un centavo. Al respecto, Newson, el destacado gobernador del estado, resaltó en abril pasado: “Sentimos una profunda gratitud por la gente que aun temiendo la deportación, están llevando a cabo tareas esenciales [así es que] todos los californianos, incluidos nuestros vecinos y amigos indocumentados deben saber que California está aquí para apoyarlos durante esta crisis.” Uniendo las palabras a los hechos, Newson puso en práctica el pasado 18 de mayo, el Programa de Asistencia ante el Desastre para Inmigrantes (DRAI). Se trata de un fondo de 125 millones de dólares integrado por 75 millones procedentes del presupuesto estatal y 50 millones más de fuentes privadas, dirigido a trabajadores indocumentados. Las solicitudes para recibir asistencia se hacen a través de 12 asociaciones comunitarias latinas, y se pide a las personas comprobar su identidad y probar que perdieron sus empleos por el Covid-19. El apoyo consiste en 500 dólares por persona y hasta 1,000 por familia. Es tal la necesidad de ayuda que en el primer día del Programa, la organización CHIRLA reportó más de un millón de llamadas para obtener información. También es de destacarse que el gobierno de California ha garantizado la cobertura de servicios médicos relacionados con el Covid-19 a todos los indocumentados del estado.

Por su parte, el gobierno de Los Ángeles también tiene programas de auxilio que incluyen a inmigrantes sin documentos con ingresos por debajo del nivel de pobreza y que han perdido sus empleos por la pandemia. Uno de ellos es la expedición de tarjetas Angeleno, que tienen un saldo de 700 dólares para individuos y hasta 1,500 para familias. Otra acción es la orden municipal de congelación de rentas y de no-desalojo de viviendas, vigentes en tanto dure la contingencia.

Todos estos insólitos apoyos (que han servido de ejemplo a otros estados) proporcionan un alivio material importantísimo para los trabajadores indocumentados de California; pero también transmiten una visión positiva de sus contribuciones a la economía estatal más importante y exitosa de la Unión Americana (y por extensión a todo E.U.). Esto es de destacarse en medio del ambiente racista y anti-mexicano que ha caracterizado a la administración de Donald Trump.

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