El pasado lunes 26 de julio apareció en EL UNIVERSAL una entrevista que le hizo nuestra compañera Sonia Sierra a la pintora Teresa Velázquez. La conversación es de tal modo multifacética, poliédrica; de tal riqueza de ideas y planteamientos, que cuesta trabajo decir “trata de esto”, “su tema es tal”.

A pesar de la relativa brevedad del intercambio, Teresa Velázquez aborda varios temas cardinales del arte en este momento y en nuestro país, pero también en el mundo; un ejemplo: lo que la pintora mexicana llama “la alianza público-privada”, expresión o fórmula en cuyo guión puede verse claramente el sentido de la palabra “alianza”: una especie de puente funcional por medio del cual se está desmantelando una tradición de arte que no casa con las exigencias del mercado, operación llevada a cabo gracias a la renuncia de los gobiernos a cumplir con sus responsabilidades sociales. Esa alianza se expresa por desgracia en el proyecto para Chapultepec y en el papel que en todo ello juega Gabriel Orozco, semejante al que tuvo Sebastián durante el salinato; sin olvidar que Orozco también colaboró con el gobierno de Fox y ahora lo hace con el de López Obrador.

La parte que me llamó más la atención en la entrevista es la defensa de la pintura. Una defensa llena de pasión y de ideas, de un fervor singular y una sólida postura filosófica. Junto a su talante combativo y crítico, Teresa Velázquez muestra una postura reflexiva, de acercamiento sistemático a las ideas.

Frente a la sombría afirmación de que “la pintura ha muerto”, Teresa Velázquez dice con toda energía: “la pintura no se acaba nunca”. La pintura es una forma de conocimiento, una manera de apropiarse del mundo “absolutamente matérica y absolutamente conceptual”. Las modas en el mercado del arte —que no en el arte propiamente dicho— como las prácticas multidisciplinarias y el “instalacionismo” han desplazado a la pintura pero no la han destruido; no pueden destruirla. El testimonio de Teresa Velázquez sobre estos hechos es formidable; además, constituye un alegato notable en favor de los artistas de su generación.

La entrevista de Sonia Sierra a Teresa Velázquez, en resumen, merece recordarse y tenerse presente porque no es un mero testimonio de coyuntura: su valor está en la inteligente vitalidad que la anima, en la multiplicidad de sus auténticas aportaciones al pensamiento y al arte de nuestros días. Por eso he querido, con esta columna, poner al lado de la entrevista del pasado día 26 de julio un apunte de admiración y reconocimiento a una pintora muy talentosa y de una inteligencia diamantina.

El punto de partida de la entrevista que comento es la aparición de un libro titulado sencillamente con el nombre de pila y el apellido de la pintora mexicana. El libro Teresa Velázquez fue editado por Luis Martín Lozano; será presentado “de forma virtual” por el Museo de Arte Moderno el día 8 de septiembre.

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