La renuncia del doctor José Sarukhán a la Conabio perdurará como una de las manchas vergonzosas de este gobierno, por la conducta poco ética de la secretaria del Medio Ambiente, María Luisa Albores , y por la manera autoritaria de proceder ante la terna que se le presentó para ocupar el puesto que ya le tocaba dejar a Sarukhán. Albores simplemente ignoró las recomendaciones de éste y procedió a imponer a un incondicional del partido gobernante —un individuo con méritos mínimos, si alguno tiene, para ocupar el puesto que dejaba el eminente ecólogo mexicano. Es decir, un “leal”. No es difícil imaginar a Albores tratando de ver de reojo la reacción de su jefe, el Presidente de la República, conforme procedía a consumar este atentado.

La Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad ( Conabio ) sufrió diversos recortes en este sexenio y aun así mantenía un alto nivel de rigor científico; ello se debía fundamentalmente a José Sarukhán. No nada más a su capacidad científica, en los laboratorios; sino a su talento en la gestión de recursos, tarea indispensable para el mantenimiento de una institución como la Conabio. Por esto y por el inmenso hueco que deja su salida de la Conabio, estos hechos representan un quebranto de la ciencia mexicana y un atropello más que el gobierno de López Obrador lleva a cabo en contra del conocimiento.

La salida de Saukhán no es un hecho aislado. En esos mismos días comenzó a armarse dentro del gobierno una agresión múltiple en contra de la Universidad Nacional Autónoma de México, de la que José Sarukhán fue rector ejemplar.

La secretaria general de Morena activó al parecer los mecanismos para lanzar embates orquestados en forma de tomas de escuelas. Por otro lado, los ideólogos del partido en el poder están en plan de asistir a la UNAM para hacer intenso proselitismo. Los agravios a Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Nacional Electoral, en la FES Acatlán, forman parte de este plan concertado, bastante evidente, me parece.

Qué puede significar todo esto, lo sabemos desde hace algunos años por la conducta discursiva del gobierno actual, tupida de descalificaciones y agresiones verbales a la UNAM y a otros centros educativos. Les interesa apagar todo foco de crítica o disidencia y apoderarse de las instituciones para utilizarlas a su antojo. Es lo que tristemente ha sucedido en Conabio y lo que parece estar ocurriendo en la UNAM.

El panorama es desolador; alguien diría: deprimente, y no seré yo quien lo niegue. También es profundamente indignante. Nunca imaginamos que un movimiento como el que llevó al poder a López Obrador se convertiría en este engendro de irracionalismo, violencia latente, amenazas continuas, rechazo de prácticamente cualesquiera formas de autonomía.

Por lo pronto, desde aquí le mando un abrazo lleno de admiración a José Sarukhán, cuya salida de Conabio fue el punto de partida de estos renglones.

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