En abril de este año, el presidente López Obrador contó que un viejo militante de izquierda, Arturo Martínez Nateras, le “explicó” un poemínimo de Efraín Huerta titulado “Desconcierto”. Aquí lo reproduzco: “A mis / Viejos / Maestros / De marxismo / No los puedo / Entender: / Unos están / En la Cárcel / Otros están / En el / Poder.” El presidente utilizó esos versos para atacar a Roger Bartra, viejo maestro suyo de marxismo, que según él se ha convertido en un reaccionario, para compararlo con Enrique Semo, marxista “bueno” y “consecuente”. Lo que le explicaron a López Obrador es que los personajes a los que aludía Efraín Huerta en ese poema de 1970 eran Enrique Ramírez y Ramírez (en el poder, priista, igual que en el pasado fue López Obrador) y José Revueltas (en la cárcel, por opositor al gobierno).

El viernes pasado volvió a ese poema para atacar una vez más a Roger Bartra y para compararlo con Enrique Semo. Para eso, quiso aprovechar de nuevo los versos de Efraín Huerta. En abril me ocupé de defender a Bartra y a Huerta, en una carta que firmé al lado de mi esposa, en el periódico más afín al gobierno de cuantos hay en México; qué bueno que la publicaron pero qué lástima que a nadie pareció importarle esa aclaración y esa defensa. El presidente no pareció tomar nota, ocupado de asuntos más importantes… o no, porque regresó a esos versos la semana pasada.

El presidente no entendió ese poema; mejor dicho, entendió lo que quiso y lo usó abusiva y arbitrariamente para fines propagandísticos. En el poemínimo, Huerta deja claro, desde el título, que de veras no puede entender a sus maestros de otra época; no los juzga, sino que se declara desconcertado ante sus destinos. El poeta siempre profesó un gran cariño por ambos, Ramírez y Ramírez y Revueltas, al margen de esos destinos contrastantes que lo desconcertaban. Dudaba ante ellos; no los condenaba ni los elogiaba: ejercía, poética y afectuosamente, la duda, como recomendaba otro viejo maestro de marxismo, Bertolt Brecht (léase su poema “Loa de la duda”).

Lo cierto es que en el México de ahora el marxista cercano al poder es Enrique Semo y el opositor, como Revueltas, es Bartra. Exactamente al revés de lo que vio López Obrador en ese breve poema de Efraín Huerta.

El presidente, como dice Borges de los españoles, habla “con el aplomo de quienes ignoran la duda”. Bien haría en ejercitarse en ese viejo arte o disciplina intelectual. Pero no: piensa lo que piensa y nunca revisa lo que llama sus principios, sus convicciones. Es de una sola pieza; al revés de lo que recomendaba Sócrates, nunca examina su vida y sus ideas. Impulsado por esa obstinación, pasa por encima de lo que sea: sus “adversarios”, las instituciones que no le gustan, países enteros… y hasta un puñado de versitos inermes que aquí he querido defender del poder del micrófono matinal, poder ejercido en forma tan mal documentada e irreflexiva.

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