En tres pasajes de su obra en prosa, Ramón López Velarde se refiere a poemas específicos de Luis de Góngora. En “La derrota de la palabra”, conferencia de 1916, lo llama “príncipe” y lo relaciona con Leopoldo Lugones y con Rubén Darío; en “La corona y el cetro de Lugones” (1916) insinúa una vez más esa especie de genealogía jerárquica, de historia personal de los maestros: el andaluz, el nicaragüense, el argentino. (La palabra “príncipe” no debe entenderse aquí en el sentido de la realeza “de sangre”, sino en el de “principalía” o, mejor, de “principalidad”: “Cualidad de principal o de primero en su línea”, dice el Diccionario de la Lengua Española.) Para López Velarde, Luis de Góngora es el primer poeta de la lengua; el principal, el “príncipe”.

En el texto lopezvelardeano sobre Lugones, el pasaje más citado (“El sistema poético hase convertido en sistema crítico”) está precedido por una observación acerca del argentino y el andaluz: “La reducción de la vida sentimental a ecuaciones psicológicas (reducción intentada por Góngora) ha sido consumada por Lugones.” López Velarde no explica esa “reducción”, operación poética que une, a través del tiempo y los océanos, a Góngora con Lugones. Más de una vez han sido comparados estos dos; entre otros, por Jorge Luis Borges.

En ese mismo ensayo, aparecen las menciones explícitas —al margen de los elogios y las genealogías— a poemas específicos de Góngora: las Soledades, el romance de Angélica y Medoro y el soneto, de autoría dudosa, “A una dama blanca vestida de verde”. López Velarde da ese título citado para el soneto “inolvidable”; pero en su recuerdo falta una palabra (“muy”); en las ediciones gongorinas dice así: “A una dama muy blanca vestida de verde”. Es posible, además, que haya una alusión al romancillo “La más bella niña” en el texto titulado “Nuestra casa”, de 1913.

Entre los editores modernos de la obra de Góngora, los hermanos Millé (1932) incluyen el soneto dudoso en el apartado “Sonetos atribuibles”; Biruté Ciplijauskaité (1985) entre los “Sonetos atribuidos”; Antonio Carreira (2000), en la sección de “Poemas de autenticidad probable”.

¿En qué edición leyó López Velarde a Góngora? La pregunta se impone, naturalmente. La primera edición moderna, seria y filológica, de la obra gongorina, es la de Raymond Fouché-Delbosc, hispanista francés, aparecida en tres tomos, publicados por The Hispanic Society of America con sede en Nueva York. Los tres tomos aparecieron el año de la muerte de López Velarde: 1921. Es prácticamente imposible que los conociera: habría que averiguar en qué mes apareció ese libro; como se sabe, López Velarde murió el 19 de junio de ese año: la posibilidad es muy remota. Tuvo que leer a Góngora en otra edición: ¿en cuál?

Las investigaciones sobre López Velarde continúan. Esta columna no aspira a ser sino un mero homenaje de admiración al lúcido lector que fue el poeta de Jerez.

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