Hace 100 años, en noviembre de 1919, se fundó el Partido Comunista Mexicano (PCM). En septiembre de 1939, hace 80 años, se terminó de imprimir, según el colofón, el poema “Muerte sin fin”, de José Gorostiza, en los talleres de la Editorial Cultura. Son dos aniversarios muy llamativos; ante ellos, no puedo menos que declarar mi relación intensa con ambas entidades, la agrupación política revolucionaria y los versos metafísicos.

Mi relación con el gran poema de Gorostiza es exclusivamente personal, no profesional en modo alguno: como lector asiduo, como admirador de su genio. Una sola vez vi a su autor, ya muy viejo, en una visita, de carácter medio periodístico, a su casa. En dos momentos de mi vida tuve un par de ejemplares de la primera edición de “Muerte sin fin”; luego los perdí en las vueltas de la vida y me he tenido que conformar con tener entre mis libros el facsímil de aquella edición histórica de la que se hicieron 550 ejemplares. No hace muchos lustros, en las librerías de viejo del Centro Histórico era posible encontrarse, asombrosamente, de vez en cuando, todavía, un ejemplar a precio razonable.

El centenario del PCM me trae a la memoria, entre muchas otras cosas, el año 1981. Entonces ocurrió la fundación del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), fundación en la que yo mismo participé; en un bueno libro enciclopédico (llamado El Musacchio) vi ese dato, que me da gusto, en mi pequeña biografía.

El reverso de 1919, año de su fundación, es en la historia del PCM el año 1981, fecha de su desaparición. Esa extinción fue decidida para que los comunistas se unieran a otras organizaciones de izquierda en un solo partido y lo hicieran como una corriente con alguna fortaleza. Los comunistas quisieron entrar con vigor en el PSUM; para eso, armaron una campaña de reclutamiento de último minuto. Yo fui uno de esos afiliados al PCM, que se disolvió unos días más tarde. Conservo mi carnet de comunista con la firma de Arnoldo Martínez Verdugo. Presumo de ser, con alguna probabilidad, “el último comunista de México”.

La poesía metafísica y la actividad política de izquierda se han complementado en mi vida de una manera que me satisface, si he de declararlo con toda sinceridad. A veces se me ha invitado a escoger y me he negado en redondo. ¿Por qué demonios? Quienes lo piden o lo exigen fallan miserablemente. He tratado de explicar esa falla, pero me he topado con una cerrazón explicable, desesperante.

El centenario del PCM y el aniversario 80 del poema gorosticiano son importantes por razones diferentes, pero complementarias, o eso quiero creer. El hecho de que los interesados en uno u otro aniversario se ignoren recíprocamente, se den la espalda, me parece una muestra de la pobreza que siempre nos acecha.

Manabendra Nath Roy y Rafael Loera y Chávez son igualmente importantes. El primero fue fundador del PCM; el segundo, editor de “Muerte sin fin”.

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