Hace unos días el Banco de México decidió incrementar las tasas de interés a niveles que no se habían observado en años. Hay voces a favor de la medida y otras en contra. Lo cierto es que en prácticamente cualquier política económica invariablemente hay ganadores y perdedores, esto no es la excepción con este importante indicador económico. El hecho, por otra parte, es una oportunidad para reflexionar en torno al papel que juega la banca comercial en México y las escandalosas tasas de interés que cobran en el otorgamiento de créditos.

La mayoría de los libros de texto de Macroeconomía sostienen que un indicador de dificultades económicas es una elevada tasa de interés. Así lo dicen: la tasa de interés, como si en cualquier economía sólo existiera una y no un conjunto de éstas. En todo caso, una tasa de interés elevada es un indicador de estancamiento o abiertamente de recesión. El argumento básico de la teoría es que la inversión física se contrae, es decir la construcción de nuevas empresas; mientras que la inversión financiera se incrementa, es decir, es mejor dejar el dinero en el sector financiero que invertirlo en proyectos físicos o de desarrollo. El consumo, por su parte, tiende a caer toda vez que las familias podrían decidir ahorrar en lugar de gastar y, ante unas tasas de interés elevadas, no hacer uso del crédito. En presencia de tasas de interés altas se suman ambos efectos: contracción del consumo y de la inversión.

En nuestro país hemos vivido episodios con tasas de interés muy altas, muy por encima del escenario actual. Basta mencionar que, en 1995, después del tristemente célebre “error de diciembre” la tasa de interés representativa del mercado, la de CETES a 28 días, estuvo por encima del 70% anual. Casi seis veces más que lo que estamos viviendo actualmente. Ver gráfica adjunta.

Con el nuevo milenio y el cambio de partido en el gobierno en el año 2000, también vino una época en que las tasas de interés estuvieron por debajo de 10%. Hubo algunos años en los que estuvo por debajo del 5%. Por eso es que ahora sorprende que las tasas de interés tengan dos dígitos.

Los ganadores en este proceso son las entidades financieras que otorgan créditos . Revise su estado de cuenta para hacerse consciente de lo que está pagando ahora de intereses. Por supuesto, los perdedores somos aquellos que hacemos uso del crédito, tanto familias como empresas. Por ello es que conviene que revise sus finanzas y procure pagar el monto que no le genere intereses, de otro modo, parte de su ingreso terminará en la cuenta de ingresos de alguna entidad bancaria

La reflexión respecto a las tasas de interés de la banca comercial en México es que son escandalosamente altas cuando cobran, es decir las activas, pero tristemente pobres, cuando pagan algún interés sobre el ahorro. El margen de intermediación es escandaloso. Si usted compara las tasas de interés que cobran algunos de estos bancos en sus países de origen, encontrará que en sus sedes nacionales no cobran el interés que en México. Todo esto gracias a la fe ciega en el libre mercado, que sostiene que éste se regula a sí mismo.

Las elevadas tasas de interés pueden ayudar a entender que no es verdad que los mercados se autorregulen. Como ejemplo está el caso de las Afores , que durante años cobraron sumas ingentes de dinero a los trabajadores, y generaron ganancias a costa del ahorro de gran parte de la población, y que hasta hace poco tiempo que se limitó el nivel de comisiones que pueden cobrar se redujeron sus ganancias y se incrementó el interés recibido por los trabajadores. El sector financiero es demasiado importante para dejarlo en manos del libre mercado, el contexto actual puede ser la oportunidad para tener una mejor regulación financiera.

Las elevadas tasas de interés
Las elevadas tasas de interés

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