Por: Marco Castillo
El próximo 23 de Febrero se reunirán más de 100 representantes comunitarios, líderes y activistas de México y Estados Unidos para celebrar la Cumbre Por la Paz y organizarse para discutir y proponer una agenda ciudadana de paz, justicia y prosperidad equilibrada en la región que exija un fin a la cultura de la violencia.
Es importante reunirse como ciudadanía binacional, porque mientras Estados Unidos se enfila a un año récord de tiroteos en contra de población civil y México sufre para controlar la violencia estructural, ninguno de los dos países ha podido detener el tráfico ilegal de armas y a las empresas que las producen, mientras éstas siguen incrementando sus ganancias.
Porque Estados Unidos gasta exponencialmente en la guerra contra Rusia, el sistema de salud pública de ese país sigue sin tener el financiamiento suficiente para fortalecer su capacidad de respuesta frente a una nueva pandemia o para asegurar la salud básica de la población.
Porque mientras se fortalece la presencia de policías y militares en las fronteras de la región México-Estados Unidos, el sistema migratorio de la región no cuenta con recursos suficientes para recibir, albergar y procesar a miles de solicitantes de asilo que están esperando una audiencia o el resultado de una desde hace meses en la frontera México - Estados Unidos.
Porque a pesar del costo de vidas que este modelo provoca, el cambio en las prioridades no es importante para el Gobierno de Estados Unidos, el país dominante en la región y el mundo.
Y es que, por ejemplo, en los próximos días, el Congreso de los Estados Unidos se prepara para discutir la adquisición de una deuda de más de 19 trillones de dólares para financiar los programas y la operación gubernamental de los próximos 10 años.
Con este endeudamiento histórico, esta nación tendrá que seguir buscando ingresos dentro y fuera de los Estados Unidos, incluyendo continuar y profundizar el uso y aprovechamiento de recursos naturales, el control de los sistemas de producción, comercialización, comunicación y financieros del mundo para liderar el mercado mundial. Nada debe cambiar en la relación de EE.UU. con el sur global para que esta nación pueda mantener este nivel de endeudamiento doméstico.
Por todo lo anterior, es claro que cambiar el paradigma económico y militar que rige hoy, por uno que ponga a las personas y sus derechos al centro de la vida regional, sólo vendrá de un gran proceso de articulación regional que exija a los Estados Unidos que limite su modelo de vida a lo que sus propios recursos le permitan; que México y Estados Unidos revisen las prioridades de su cooperación para poner a las personas, sus derechos y sus territorios al mismo nivel que las demás prioridades.
La Cumbre Por la Paz está reuniendo a los movimientos sociales más relevantes de la última década, como Black Lives Matter, los familiares de víctimas de tiroteos en Estados Unidos y de desaparecidos en México con las comunidades más impactadas por el modelo imperante en la región. Todo ello para discutir el futuro que queremos y las estrategias para elevar las voces ciudadanas por la paz con justicia de cara al proceso electoral en México y Estados Unidos en 2024.
De otro modo, la política de intereses sectoriales y sin propuesta clara, así como el capitalismo inhumano y los neofascismos que amenazan la vida en la región seguirán buscando decidir nuestro futuro.
Marco Castillo es Codirector de Global Exchange. Antropólogo social de México, Marco es un organizador binacional, educador popular y defensor que se centra en la intersección de la migración, la violencia armada racial, los derechos humanos y la política de drogas.
Es el fundador de la Red de Pueblos Trasnacionales, la Asamblea Popular de Familias Migrantes y el Centro de Apoyo a la Familia Migrante, a través de los cuales ha trabajado con las comunidades migrantes y sus familias durante más de 20 años.
Es importante reunirse como ciudadanía binacional, porque mientras Estados Unidos se enfila a un año récord de tiroteos en contra de población civil y México sufre para controlar la violencia estructural, ninguno de los dos países ha podido detener el tráfico ilegal de armas y a las empresas que las producen, mientras éstas siguen incrementando sus ganancias.
Porque Estados Unidos gasta exponencialmente en la guerra contra Rusia, el sistema de salud pública de ese país sigue sin tener el financiamiento suficiente para fortalecer su capacidad de respuesta frente a una nueva pandemia o para asegurar la salud básica de la población.
Porque mientras se fortalece la presencia de policías y militares en las fronteras de la región México-Estados Unidos, el sistema migratorio de la región no cuenta con recursos suficientes para recibir, albergar y procesar a miles de solicitantes de asilo que están esperando una audiencia o el resultado de una desde hace meses en la frontera México - Estados Unidos.
Porque a pesar del costo de vidas que este modelo provoca, el cambio en las prioridades no es importante para el Gobierno de Estados Unidos, el país dominante en la región y el mundo.
Y es que, por ejemplo, en los próximos días, el Congreso de los Estados Unidos se prepara para discutir la adquisición de una deuda de más de 19 trillones de dólares para financiar los programas y la operación gubernamental de los próximos 10 años.
Con este endeudamiento histórico, esta nación tendrá que seguir buscando ingresos dentro y fuera de los Estados Unidos, incluyendo continuar y profundizar el uso y aprovechamiento de recursos naturales, el control de los sistemas de producción, comercialización, comunicación y financieros del mundo para liderar el mercado mundial. Nada debe cambiar en la relación de EE.UU. con el sur global para que esta nación pueda mantener este nivel de endeudamiento doméstico.
Por todo lo anterior, es claro que cambiar el paradigma económico y militar que rige hoy, por uno que ponga a las personas y sus derechos al centro de la vida regional, sólo vendrá de un gran proceso de articulación regional que exija a los Estados Unidos que limite su modelo de vida a lo que sus propios recursos le permitan; que México y Estados Unidos revisen las prioridades de su cooperación para poner a las personas, sus derechos y sus territorios al mismo nivel que las demás prioridades.
La Cumbre Por la Paz está reuniendo a los movimientos sociales más relevantes de la última década, como Black Lives Matter, los familiares de víctimas de tiroteos en Estados Unidos y de desaparecidos en México con las comunidades más impactadas por el modelo imperante en la región. Todo ello para discutir el futuro que queremos y las estrategias para elevar las voces ciudadanas por la paz con justicia de cara al proceso electoral en México y Estados Unidos en 2024.
De otro modo, la política de intereses sectoriales y sin propuesta clara, así como el capitalismo inhumano y los neofascismos que amenazan la vida en la región seguirán buscando decidir nuestro futuro.
Marco Castillo es Codirector de Global Exchange. Antropólogo social de México, Marco es un organizador binacional, educador popular y defensor que se centra en la intersección de la migración, la violencia armada racial, los derechos humanos y la política de drogas.
Es el fundador de la Red de Pueblos Trasnacionales, la Asamblea Popular de Familias Migrantes y el Centro de Apoyo a la Familia Migrante, a través de los cuales ha trabajado con las comunidades migrantes y sus familias durante más de 20 años.
Cumbre por la Paz: Cambiemos las prioridades regionales
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