A pocos meses de finalizar la actual administración, los docentes, talleristas y monitores de uno de los programas estrella de la Ciudad de México, PILARES, continúan exigiendo que se les trate como lo que desempeñan día a día: trabajadores al servicio de la cultura y sociedad. Y es que, desde que comenzó la operación de estos recintos distribuidos en toda la Ciudad de México, quienes imparten las clases de canto, baile, pintura, danza y otras tantas disciplinas no cuentan con derechos laborales, no generan antigüedad y no tienen seguridad social. Si bien ya le habíamos informado de estas irregularidades, la situación tomó otro giro en este cierre de año, ya que diversas denuncias en redes sociales acusan que, como cada año, las autoridades siguen bajando el número de beneficiarios que puede ingresar al programa PILARES, y con ello, tener un ingreso económico. Como si la situación no fuera grave, nos cuentan que en algunos PILARES de zonas periféricas ya ni siquiera sirven los equipos de cómputo, y que son los talleristas y docentes quienes ponen los insumos para continuar con sus clases. La esperanza está en que, en la víspera electoral, las autoridades enfoquen las miradas a estos trabajadores culturales.

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