El nombre todavía no figura en las encuestas y quién sabe si lo hará. El reconocimiento es bajo a nivel nacional. El marcador político le da una apretada derrota en la búsqueda de la gubernatura de su estado natal, Hidalgo, y un triunfo en una delegación de la Ciudad de México. A pesar de todo esto, la ven como una amenaza para la corcholata consentida.

Xóchitl Gálvez, actual senadora del Partido Acción Nacional, trae marca personal por parte de la administración del presidente López Obrador y de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

Desde hace un par de meses, el nombre de Xóchitl Gálvez comenzó a incomodarles. Primero porque circula en las conversaciones de los intelectuales repudiados. Xóchitl ha sido el punto central en diálogos de lo que se podría considerar la reedición del Grupo San Ángel, formado en 1994 para mitigar un conflicto postelectoral y reforzar la democracia en el país. “Evitar un choque de trenes”, dijo Demetrio Sodi en su artículo para el periódico La Jornada, hace 29 años.

Entre los integrantes del Grupo San Ángel de aquel entonces figuraban nombres como el escritor Carlos Fuentes, principal convocante del colectivo ciudadano, Lorenzo Meyer, Jorge Castañeda, Adolfo Aguilar Zínser, Federico Reyes Heroles y Enrique Krauze, entre otros.

Hoy, varios de ellos y otros nuevos nombres ven a Xóchitl como la candidata ideal para hacerle frente a cualquiera que sea la designación del dedazo de Andrés Manuel López Obrador. Consideran que tiene las características necesarias y más si se trata de un duelo entre mujeres. Según sus cálculos, Xóchitl no es una integrante de la élite, no tiene escándalos que la persigan hasta el momento, su desfachatez, su estrategia política y hasta su modo de vestir, consideran, podrían ser un imán con todos los sectores y clases sociales del país.

La segunda razón de la preocupación oficialista es que el marcaje personal ha detectado una serie de episodios espontáneos en beneficio de la panista. Hace unas semanas su nombre surgió en una reunión entre empresarios y varios lo recibieron con buena cara. Y en los siete días más recientes detectaron dos más. Apenas el domingo 26 de febrero, al finalizar la protesta en defensa del Instituto Nacional Electoral, en el Zócalo de la Ciudad de México, Xóchitl Gálvez entró a comer al restaurante Casino Español. Buena parte de los comensales, también asistentes a la manifestación comenzaron a aplaudirle. Y el jueves, en una reunión de financieros, su nombre volvió a saltar, entre rostros y gestos de aceptación.

Con toda esta información en la mano, consulté a la senadora. “Solo he escuchado opiniones aisladas para que yo sea la candidata y me muero de risa, creo que por nervios al solo pensarlo, yo solo quiero ser la mejor jefa de gobierno, pero lo que me estás diciendo que te dicen tus fuentes no lo sabe ni mi marido”.

Stent:

El sector privado de la energía en México está entusiasmado. Según sus previsiones ahora sí ya pasó el periodo de incertidumbre y viene el crecimiento tan anhelado desde la reforma de 2014. Yo les recordaría que ahí sigue Manuel Bartlett.

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