El 26 de junio se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, fecha establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1987, que sirve como recordatorio a los Estados miembros para reforzar la acción y cooperación internacional con el fin de contribuir al desarrollo de una sociedad internacional libre del abuso de drogas.

En el contexto de un mercado de drogas en constante evolución y ante las actitudes cada vez más liberales, en especial entre los jóvenes, las nuevas sustancias psicoactivas representan un desafío clave para los gobiernos. A las sustancias de origen vegetal como el cannabis, cocaína y heroína, se han sumado cientos de drogas sintéticas; menos conocidas para la población y que pueden representar una amenaza para la salud pública.

Las nuevas sustancias psicoactivas (NSP) son un grupo de drogas diseñadas para imitar en su estructura química y efectos a las drogas ilícitas existentes, tales como el cannabis, cocaína, MDMA (éxtasis) y LSD. Se trata de sustancias que al ser “nuevas” no están sujetas a regulación internacional y son precisamente esos vacíos legales los que son aprovechados para su comercialización. Sin embargo, el término “nuevas” no es sinónimo de recientes invenciones, pues aunque algunas de ellas fueron recientemente sintetizadas, muchas otras son conocidas desde tiempo atrás y/o utilizadas en la práctica médica o veterinaria. Lo que realmente resulta novedoso es su uso indebido, difusión, divulgación y adquisición a través de internet y redes sociales y, sobre todo, la velocidad en que sus formulaciones químicas son modificadas con el objetivo de mantener sus propiedades psicoactivas y evitar caer en el terreno de la ilegalidad.

En la última década ha habido un aumento de la diversidad de NSP que se pueden encontrar, así como un alto nivel de innovación en la mismas. Tan solo en 2019, fueron detectadas 541 NSP por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) en los mercados nacionales de los Estados miembros; un aumento del 314% en lo que respecta al número de sustancias notificadas hace diez años. Hasta diciembre de

2020, la UNODC tenía registro de más de 1,047 NSP en el mundo. A nivel global, la mayoría de estas drogas emergentes son estimulantes, seguidos de cannabinoides sintéticos que inicialmente se comercializaron como “Spice”, cuando aparecieron por primera vez en 2008. Asimismo, la lista de NSP incluye a los opioides sintéticos, que en América del Norte han contribuido de forma considerable a la crisis de opioides. Esta clasificación se basa en los efectos de las sustancias, pero en el mercado son conocidas como “drogas de diseño”, “euforizantes legales”, “hierbas euforizantes”, “sales de baño” y “drogas de club”.

A partir de la información existente, se pueden distinguir tres patrones de consumo para las NSP. Por una parte, se ha identificado su uso “recreativo”, realizado fundamentalmente por los más jóvenes y en circunstancias determinadas, como conciertos de algunos tipos de música y discotecas. Generalmente está asociado al consumo de otras drogas, entre las que figuran de forma recurrente el alcohol, que nos remite al elevado consumo combinado de sustancias; otro grave problema entre usuarios de todas las edades, pero particularmente entre los jóvenes. También, se reconoce el consumo experimental, sobre todo en jóvenes de 25 a 35 años habituados a consumir otro tipo de sustancias, pero interesados en buscar nuevas experiencias. Finalmente, se puede distinguir el consumo de sustitución, en donde por diversas circunstancias, como fluctuaciones en el mercado de la sustancia habitual consumida, como la disminución de la disponibilidad o encarecimiento de la misma, se buscan sus efectos en otras drogas que estén disponibles.

El uso de NSP se ha relacionado con desenlaces adversos para la salud. En general, sus efectos secundarios van desde convulsiones hasta agitación, agresión, psicosis aguda y la posibilidad de desarrollar dependencia. Sin embargo, muchos de los efectos de las NSP son inciertos, incluida su toxicidad, potencial carcinogénico y repercusiones a largo plazo, pues a menudo, se desconoce la pureza y composición de los productos que contienen estas drogas. Lo anterior, coloca a los usuarios en un alto riesgo, como lo demuestran las admisiones a servicios de urgencias hospitalarias y muertes asociadas, que incluyen casos de uso de múltiples sustancias. La seguridad de las NSP es especialmente preocupante porque hay evidencia de que los consumidores de drogas sin experiencia se sienten atraídos hacia ellas debido a su condición “legal”. Siendo los jóvenes muy vulnerables por la normalización e incluso, glamourización del uso de estupefacientes, que perpetúa la percepción errónea de que las drogas no son tan dañinas como en realidad son.

El incremento acelerado de NSP plantea desafíos sin precedentes para las políticas de drogas y la salud pública a nivel mundial. Entre ellos se destaca la dificultad para detectarlas, su situación jurídica ambigua, el tráfico clandestino a través de internet y por supuesto, las consecuencias médicas indeseables. Al respecto, numerosos países han establecido medidas permanentes de control para algunas sustancias o emitido prohibiciones temporales. China, por ejemplo, se convertirá próximamente en el primer territorio en el mundo en regular todos los cannabinoides sintéticos, lo que demuestra los esfuerzos para acabar con las NSP, después de que regulara todas las sustancias relacionadas con el fentanilo en 2019. En relación a esta droga, el operativo Rompeolas pretende frenar el tráfico de fentanilo en la frontera de México con Estados Unidos. Se trata de un opioide que ha dejado miles de muertes por sobredosis en el país vecino y que pone en evidencia cuan cercana está la problemática de las NSP.

Las NPS también representan un reto para las instituciones y servicios de atención en adicciones. Es primordial destinar más recursos para reforzar los programas de prevención y tratamiento del uso de drogas, que permitan advertir sobre los riesgos y atender a las personas que así lo requieran. Asimismo, se debe invertir en la investigación para generar evidencia científica que brinde información objetiva y confiable a la población, sobre un problema emergente.

Centros de Integración Juvenil es una institución especializada en la prevención, tratamiento e investigación de las adicciones. Ponemos a disposición de las personas interesadas el servicio de orientación telefónica ( 55 52 12 12 12 ), mensajería instantánea en WhatsApp (55 45 55 12 12) y Facebook (@CIJ.OFICIAL) .

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