Hay cosas que son realmente difíciles de evitar. Una de ellas es la sensación de inseguridad frente al crimen. Como muestra de ello, la semana pasada fueron publicados los resultados de la Encuesta Nacional de Inseguridad Pública Urbana (ENSU) por parte del INEGI. Estos resultados confirman que la gran mayoría de la población adulta vive con inseguridad. Y no sólo eso, lo cual ya se sabía. Si no que además los resultados agregan información de utilidad para la opinión pública y para algunos políticos despabilados.

Dos cosas deben saberse al respecto de la ENSU en su versión más reciente. Primero, que la tendencia a la baja en la proporción de adultos que se sienten inseguros viviendo en su ciudad a razón de la delincuencia se interrumpió. Este trimestre pasado, la proporción aumentó para regresar al mismo nivel de marzo de 2017, con casi 73% de adultos reportando tal sensación de inseguridad. Segundo, que los resultados de la ENSU en ese mismo reactivo se correlacionan con el nivel de homicidios registrados desde 2015 en el país. Dicho de otra manera, si suben los homicidios, sube la cifra de gente con sensación de inseguridad. Claro que esto no sorprenderá a muchos, porque muchos podrían asumir que si el problema delincuencial empeora, la sensación de inseguridad también. Pero en todo análisis, siempre aparece alguna sorpresa. Pero ojo porque las cosas a veces no son como parecen ser.

Lo que “aparece” sorpresivo es la forma en que varía en el tiempo esta relación homicidios-sensación de inseguridad. Y es que hay periodos en donde hubiera una relación entre ambas, pero en otros periodos no. El gráfico que se encuentra en la página http://geocrimen.com/homicidios-inseguridad/ muestra con bastante claridad lo anterior.

Y lo que pasa es que la correlación homicidios-inseguridad no es obvia. Más bien, lo que parece es que la sensación de inseguridad depende de otras cosas, tal vez, políticas. Por ejemplo, es posible que la sensación de inseguridad se relacione con otras variables perceptuales, por ejemplo, con la popularidad del presidente. Esto lo especulo, porque si uno mira bien las cifras, fue a partir de los resultados de las elecciones del año 2018 cuando la sensación de inseguridad a nivel nacional empezó a bajar.

Pero aquí lo revelador: que esto ya venía sucediendo independientemente del número de homicidios registrados. Y esto es interesante, porque algo muy diferente sucedía los trimestres previos a las elecciones presidenciales. Particularmente, entre marzo de 2016 y junio de 2018, sucedía que conforme aumentaban los homicidios, también aumentaba la sensación de inseguridad. Y otro tipo de relación inclusive diferente a las dos anteriores aparecía entre marzo y diciembre de 2015. Pero aquí no hay suficiente espacio para referirse a ella. En todo caso, el que tenga oídos oiga, porque lo que sugieren los datos, es que las mieles de la popularidad, terminan por acabar. Esto le ha sucedido a todos los presidentes mexicanos. Sin excepción.

Para este 2020, veo poco probable que la sensación de inseguridad en el país se reduzca si no se muestran resultados fehacientes de que la violencia homicida también sea reducida. Esto mismo le pasó a EPN. Vea usted los datos. Este 2020 es año de dar resultados.

El primer revés en la percepción de inseguridad acaba de aparecer este pasado trimestre. Y si esto no lo resuelven rápido, le puede seguir un revés en la aprobación presidencial con rebote en las elecciones intermedias. Por lo tanto, manos a la obra señor presidente, gobernadores y presidentes municipales. Porque la seguridad pública, por cierto, es facultad concurrente. Y si a ustedes tanto les gusta ganar elecciones, pues gánenle a los homicidios y a la sensación de inseguridad. Porque la política, parece ser, une y desune ambos problemas. Y su chamba depende de ello.

Investigador y Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI-3). Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo). Twitter: @cjvilalta

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