Estos días nos estamos enterando de saqueos en supermercados , tiendas departamentales y autoservicio en el estado de México y la ciudad de México. En la mayor parte de las ocasiones, por el momento, no son precisamente alimentos lo que se roban, sino productos rápidamente intercambiables por dinero (ej. electrónicos y electrodomésticos).

La sorpresa al respecto es cero. Y no debe sorprendernos si vemos que estos incidentes aumentan en las semanas por venir. Porque lo harán. No seamos fatalistas, pero seamos realistas. No es gratuito que la presidencia de los Estados Unidos y su reserva federal junto con su Congreso, acaban de acordar darle un impulso (entiéndase imprimir billetes) a la economía americana por dos billones de dólares. Con esto han calmado los mercados bursátiles por el momento. Pero eso no resuelve la recesión en la economía material (real) que está en ciernes. Ni tampoco resolverá la criminalidad por venir.

Porque precedentes históricos de lo que está por venir en términos de crimen, los hay. Por ejemplo, el primero del que sabemos, es durante la plaga de Atenas (430-426 AC), la que mató a Pericles por cierto, sobre la que nos dice el historiador Tucídides que la gente se volcó a las calles a cometer delitos y desorden. Cabe decir que el historiador no nos indica cuál fue la enfermedad asociada a esa plaga, pero se piensa que, por la descripción que él hace de la misma, pudo tratarse de tifoidea o de viruela. También sabemos que fue una pandemia: ésta pasó de Etiopía a Egipto, para luego llegar a Grecia. Y no sobra agregar que el efecto de tal epidemia cambió a Grecia en su conjunto: una época de gobiernos sobrios e inteligentes fue seguida de una sucesión de líderes bastante limitados y limitativos comparativamente.

Es así como la historia nos enseña que las plagas se transmiten fácilmente del cuerpo humano al cuerpo político. Las pandemias generan desorganización social, lo cual a su vez genera crimen. Y es que además de necesidades, las pandemias crean culpas y odios. Los infectados se vuelven las víctimas, literalmente, de delitos que ellos no cometieron. Por ejemplo, durante la peste negra en Europa (1347-1351), los sospechosos de haber traído la plaga a las ciudades eran encarcelados y privados de todos sus bienes. Los prejuicios raciales, de clase social y hasta religiosos, afloran en tiempos de pandemias. Durante la pandemia de 1918, por cierto mal llamada la Gripa Española (dado que fue exportada de los EU a Europa y fue la prensa española la primera en reportarla), también trajo consigo estallidos de violencia social y saqueos en un periodo de particular dificultad económica.

Todo esto lo comento porque me preguntan cómo nos va a afectar esta pandemia en términos de crimen. En este momento, no tenemos una precisión estadística al respecto, dado que no tenemos información oportuna. Pero si uno extrapola las anteriores experiencias históricas al momento actual, no debe sorprendernos que el aumento de saqueos y otras manifestaciones de violencia social y delictiva afloren alrededor de nosotros. En las semanas que vienen, inclusive meses, vamos a presenciar cambios muy importantes en las formas de la criminalidad. Muy fácilmente, podemos anticipar dados los cambios en las rutinas de la vida diaria, que algunos delitos y modalidades aumentarán significativamente, como las extorsiones, robo a negocio, robo a repartidor, y las lesiones, mientras que otros disminuirán también significativamente, como el robo a vivienda y el robo de vehículos. No me cabe duda que aumentarán la desobediencia civil y la resistencia de los particulares a seguir los mandatos de la autoridad.

Pero hay una buena noticia, si acaso se le puede ver así, que me he reservado para el final: que no todas las epidemias o pandemias llevan a estallidos de violencia y crimen. Existen cientos de plagas que los historiadores han encontrado en registros históricos, que no vienen acompañadas de reportes de erupciones de violencia o crimen. Si bien han sido menores en gravedad a las anteriormente mencionadas, por lo menos nos dan la esperanza de que, por un lado, no siempre la violencia es un efecto obvio de las pandemias, y por el otro, que la sociedad continuará. Siempre lo hace. Por lo que en este sentido, lo mejor para todos es hacer lo que a cada uno le corresponde, empezando, cuando menos, por no violentar la ley.

 Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI-3). Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo).

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