Desde hace 13 años, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal publica un estudio que denominan como “Las 50 ciudades más violentas del mundo”. Apenas la semana pasada revelaron su más reciente edición con datos del año 2020 y más allá de su metodología Sui Generis que les ha valido la crítica de algunos, considero que no deberíamos perdernos en la forma y sí profundizar en el fondo.

No ha habido una sola edición que nos libre como país de pertenecer a tan deshonrosa clasificación mundial, y si no nos importa lo que el mundo piense de México, sí debería de importarnos a nosotros porque nos está diciendo, de una forma u otra, que no importa lo que se haya hecho o quien haya gobernado, seguimos en el hoyo.

Acorde a las publicaciones de la última década, múltiples localidades mexicanas no dejan de figurar entre los primeros lugares. Y para muestra basta un botón, aquí los resultados de los últimos tres años:

-En 2018 – 15 ciudades se encuentran plasmadas en el estudio, dentro de las cuales cinco están el top 10: Tijuana, Acapulco, Cd. Victoria, Cd. Juárez e Irapuato.

-En 2019 – 19 poblaciones en total con seis de ellas en los primeros 10 lugares: Tijuana, Cd. Juárez, Uruapan, Irapuato, Cd. Obregón y Acapulco.

-2020 – 18 ciudades en total con siete en el top 10: Celaya, Tijuana, Cd. Juárez, Cd. Obregón, Irapuato, Ensenada y Uruapan.

Repito, la metodología para evaluar y compararnos contra otras metrópolis puede no ser la más ortodoxa ni asumir los criterios estadísticos más puristas, pero lo que no deja lugar a duda, es que para pertenecer a este “selecto” grupo de ciudades violentas (en donde seguramente ni son todas las que están ni están todas las que son), todos sus habitantes han padecido profundos grados de excesos, crueldad, ferocidad, agresión, ensañamiento, furia, atropello y violaciones de todo tipo por parte de la delincuencia organizada. Y podríamos agregar también, negligencia, complicidad y corrupción por parte de más de una autoridad.

Algo de todo esto debe dejarnos una lección sin que nuestros prejuicios y preferencias políticas influyan para descalificar lo aquí presentado. Tijuana arde desde hace un trienio. Por años, Acapulco ha estado sumido en disputas de narcotráfico sin importar quien gobierne. El otrora pacífico estado de Guanajuato se mantiene como epicentro del crimen aún y con la caída del “Marro” y su organización de Santa Rosa de Lima. El CJNG tiene presencia directa o a través grupos a fin subcontratados en todas las ciudades mencionadas en el estudio.

Los números son fríos y crudos, no se pueden suavizar ni hacer más amables mientras reflejen la realidad. Acorde a datos proporcionados por el Secretario Ejecutivo de Seguridad Pública, el mes pasado se registraron 2,444 homicidios dolosos, equivalentes a 79 asesinatos por día. En 2020 tuvimos alrededor de 35,000 homicidios con una población de 126 millones de habitantes, mientras que los Estados Unidos registraron poco más de 20,000 (el dato oficial no está disponible todavía) con una población 2.5 veces mayores a la nuestra.

No nos sorprendamos por mantener nuestro deshonroso lugar como “epicentro mundial de la violencia homicida” si la tarea de seguridad pública está centralizada en las fuerzas armadas tratando de subsanar la debilidad de las policías locales, con una guardia nacional que no termina de cuajar y con una política para controlar el crimen que simplemente no funciona, pero no se modifica.

POSTDATA

Acorde a datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en marzo pasado hubo un incremento de 21.4% en las carpetas de investigación comparando este período con el del año pasado. Parecería que la pandemia dejó atrás el bono de reducción del crimen otorgado por el obligado confinamiento.

Consultor en seguridad y manejo de crisis.
@CarlosSeoaneN

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