La relación de cada uno de los señores Gobernadores con el ¨centro¨, esto es con la capital del País, con el Señor Presidente de la Republica, tiene mucho que ver con el estilo personal, con la relación, otra vez, personal e incluso con la amistad, van algunos ejemplos, sin calificación, solo anecdóticos, reiterando con mucho cariño, que es bienvenida la crítica, el debate, disentir. Don Milton Castellanos Everardo, por cierto, nacido en el bello Estado de Chiapas, tuvo el gran talento, además del buen tino de convencer, involucrar e incitar al Presidente Luis Echeverría Álvarez para iniciar el desarrollo estatal, particularmente en Tijuana y específicamente en lo que hoy se conoce como la Zona Río, que debe su desarrollo a la visión de estos dos hombres, a los que tanto les debemos y más les agradecemos, especialmente los tijuanenses que aun recordamos con tristeza y dolor, un lugar llamado ¨cartolandia¨, que no debe volver a nacer. El Presidente Echeverria, así como el Gobernador Castellanos, son recordados con absoluto respeto, más allá de la relación personal entre ambos, que fue más institucional, que amistosa. Sin embargo, jamás olvidaré montado en una bicicleta junto a mis padres, cuando llegó en un camión de pasajeros bajándose gallardamente a realizar una visita de cortesía al hospital del ISSSTE ubicado en el fraccionamiento Las Palmas, el entonces candidato presidencial a principios del año 1970, que ya saludaba con su inolvidable ¨ARRIBA Y ADELANTE¨, fue el primer futuro Presidente de México que vería en mi vida, con tan solo 7 años. Como señalamos en la columna previa, sobre este apasionante tema de mi bendita tierra, Don Roberto de la Madrid Romandia, encabezó nuestra Entidad Federativa del día 1ro de noviembre de 1977 al 31 de octubre de 1983, por algunas razones que a continuación detallaré, lo sentía más cercano, independientemente del profundo afecto, la admiración que tuve y tendré hasta la posteridad por toda la familia Castellanos. Con la familia de la Madrid la cercanía tenía distintas variables, desde la geográfica, éramos vecinos ( me incluyo en el plural ) porque aunque no vivía en esa casa, la de mis adorados abuelos maternos, Ramón y Consuelo, al ser el hijo de la hija mayor, me la pasaba todo el día jugando en esa propiedad, que algún día, si mi Dios Padre me lo permite, adquiriré para mi amada GEMY, casualmente hoy le pertenece a la comadre Maru querida. Pues bien, además de la vecindad lo sentía igualmente cercano, porque pensaba en esos años que el titular del ejecutivo estatal, por primera vez era de Tijuana, como el escribiente, cuando a la postre nació en el vecino estado de California, en Los Estados Unidos de Norteamérica. Lo veía constantemente, eventualmente me saludaba mandando saludos y saludes a los abuelos, a mis padres y tíos, era muy simpático, amigable, amable, aunque charlas con él, tuve menos de media docena, pero lo escuche en varias conversaciones. Recuerdo dos en particular y una excepcional cuando fui su interlocutor, se las obsequio, Queridas Amigas, Apreciados Amigos, Admirados Lectores. La primera presencial fue muy curiosa, en esos tiempos, el titular de lo que entonces se llamaba Tránsito del Estado era el Jefe don Ramiro Zuñiga, varón en toda la extensión de la palabra, con un carácter incomparable que derramaba simpatía y empatía, mi compadre Enrique Guichanne Casasola, era su ahijado, y a nuestros 16, 17 años, prácticamente usábamos su casa para las primeras parrandas. En una ocasión estábamos trepados en la patrulla que incondicionalmente estaba afuera de su garaje, cuando de repente salió como tromba y nos dijo muy serio, ¨Acompáñenme a la casa del Señor Gobernador, tú maneja Enrique, tú Carlos, pásate para atrás, prendan la sirena por favor y písenle, metan la patrulla hasta la puerta principal, me está esperando don Roberto, creo que me va a despedir ¨. Al llegar a la mansión efectivamente estaba abierto el portón con el dueño parado en la entrada, don Ramiro sólo atinó a decir, ¨ Patrón, vengo a que me corras ¨ en tono de grave interrogación, con una amplia sonrisa, simplemente le contestó, ¨ Que correr, ni que correr, mientras yo mande en este estado, a ti nadie te mueve, para lo que te ocupo inmediatamente es para que me a completes el ¨ cuarteto ¨ para el juego de domino ¨, que tal la divertida anécdota. La segunda, ocurrió en los baños del maravilloso Club Campestre de Tijuana, el que teclea se estaba cambiando, para hacer algo de ejercicio, y Don Roberto charlaba en inglés ( lo hablaba perfecto ) con Don Jorge Noriega Martínez ( nunca supe porque le decían ¨La Torta ¨) que en ese momento era tesorero con el Alcalde Don Roberto Andrade Salazar y había sido varias veces presidente del Club, el Gobernador quería saber si el tesorero conocía al personaje que manejaría las fianzas con el Gobernador Electo, Licenciado Xicontecatl Leyva Mortera, al que le entregaría el mandato en pocos meses, era mediados del año 1983. Sin que nadie me preguntara, yo le di el nombre completo del Contador Público Humberto Tesada Romero, hijo de Don Humberto Tesada, al que Don Roberto le tenía una gran estima, ¨ Y tu güero porque sabes tanto ¨, con un gran respeto solo atine a contestar, ¨ Señor Gobernador, lo sé porque mi Tío el también Contador Gerardo Mora Quiñones, trabaja con el ¨, para variar, el nacido en California, me desarmó con su gigantesca sonrisa. Finalizo y quedo en deuda con el encuentro principal, incluida por supuesto, su relación íntima con dos personajes, que son ya parte de la historia, Los Señores Presidentes Don Ronald Regan y Don José López Portillo y Pacheco. Continuará.

Hasta siempre, buen fin.

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