Un año de la invasión rusa a Ucrania ha dejado cientos de miles de muertos y heridos (entre militares y civiles) y decenas de millones de desplazados. Para dimensionar, la ONU estima que ocho millones de ucranianos se han ido del país, es decir, uno de cada cinco de los que vivían en Ucrania a inicios del 2022 ya no viven ahí. Es un buen ejemplo para ver cómo la guerra destroza una economía.

El PIB ucraniano cayó más de 30 por ciento en 2022, y -según el Fondo Monetario Internacional- caerá más de 40 por ciento antes de que empiece a recuperarse. 40 por ciento de decremento tomando en cuenta la ayuda internacional que ha recibido Ucrania; de lo contrario, las cifras serían aún peores. Estos números pueden parecer abstractos. Aterricémoslo en familias: casi la mitad de los hogares ucranianos ya no tienen ahorros, y necesitan ayuda humanitaria.

La producción industrial ucraniana cayó 35 por ciento (y la producción manufacturera 40 por ciento). Ucrania produce hoy menos de la mitad de los productos petroquímicos que generaba antes de la guerra, y por eso sus importaciones han aumentado. Las expectativas del sector industrial para el año que viene son peores que las que reportaban en el momento más complicado de la pandemia. Esto parece contradecir las noticias que llegan del frente, donde el apoyo de las potencias occidentales ha jugado un rol importante en la capacidad de las tropas ucranianas para frenar el avance ruso.

Luego de los primeros meses, cuando incluso Kiev estuvo en riesgo, los principales centros urbanos en Ucrania parecen libres de riesgo de ocupación. Empero, los estragos de la guerra no han amainado. La razón es el daño que el ejército ruso ha hecho a la infraestructura civil, especialmente a la eléctrica. Más de tres cuartas partes de las empresas ucranianas dicen que el mayor problema son los apagones, y los transformadores y las plantas de energía ahora representan casi el 15 por ciento de las importaciones de maquinaria a Ucrania. Así que aun cuando empiece la recuperación las empresas ucranianas serán incapaces de satisfacer el incremento en la demanda, porque la capacidad industrial ha sido reducida de forma sustancial y duradera por la invasión.

El otro lado de la economía ucraniana es la agricultura. Antes de la guerra la agricultura representaba el 10 por ciento de la economía ucraniana, comparado con un nimio 4.3 por ciento -en promedio- en el resto del mundo. Por eso le llaman el granero de Europa. Y el granero europeo redujo su producción de maíz en 49 por ciento, y la producción de trigo y otras semillas en casi 40 por ciento. Por eso hubo un incremento significativo en el precio de alimentos en Europa el año pasado.

El precio de los alimentos se ha estabilizado por dos razones: primero, por el incremento en las exportaciones ucranianas, derivado no tanto de una mejora en la situación agrícola como del decremento en la población (con menos bocas que alimentar por el éxodo, hay más granos disponibles para enviar fuera), y por otro lado la iniciativa de granos del Mar negro (entre Rusia, Ucrania, Turquía y la ONU), que permite que los buques de carga con alimentos salgan de Ucrania de forma segura.

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