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La primera parte de la visita de trabajo del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington hoy transcurrió marcada por claroscuros. La decisión de la cancillería mexicana de que el presidente depositara esta mañana una ofrenda floral en el monumento a Lincoln fue un mensaje sutil en diversos sentidos —entre ellos, reconocer a un presidente que se opuso a la invasión y guerra con México en 1846— y en distintas direcciones: en los momentos de mayor convulsión social y política en Estados Unidos desde la guerra de Vietnam, ir a un lugar emblemático en la lucha por los derechos civiles en los 60 y ahora del movimiento de Black Lives Matter, fue una decisión muy atinada.

Sin embargo, durante su mensaje al término de la reunión de trabajo en la Casa Blanca, el presidente López Obrador encalló. De manera muy importante, caracterizó a los migrantes mexicanos en EU como agentes clave de la prosperidad y bienestar de Estados Unidos, en una referencia valiente y cortés, pero indudablemente palmaria, a las innumerables caracterizaciones de los mexicanos en ese país por parte de Trump como violadores, criminales y malos hombres. Pero en lo que iba siendo un mensaje bien cuidado, pulcro y trabajado, abonando la narrativa de la importancia del T-MEC, el presidente decidió equiparar el respeto que Trump —el presidente más antimexicano en la historia moderna de Estados Unidos— evidentemente le tiene a él, con respeto a los mexicanos y a México. No son lo mismo, y muchas organizaciones comunitarias y ONG que han defendido los derechos de los migrantes mexicanos deben estar en este momento preguntando incrédulos qué pasó. Pero luego vino otra declaración más en un esfuerzo de zalamería totalmente innecesario; subrayar que Trump nunca la he impuesto nada a México. ¿Dónde quedó y cómo se caracteriza la amenaza de marzo de 2019 de aranceles punitivos si México no detenía las caravanas de transmigrantes centroamericanos?

Para un presidente mexicano que subrayó que no caería en las arenas movedizas de la política electoral —y de la inminente campaña general— estadounidense, ambas declaraciones le cayeron como maná del cielo a Trump y ha dejado boquiabiertos a los Demócratas, a la campaña de Biden y a tantos aliados de México en EU —en la sociedad civil, en el Congreso y en alcaldías y gubernaturas— que trabajan para defender los derechos de nuestros migrantes y una sociedad abierta con una política migratoria lúcida, humana, tolerante y con visión de futuro compartido.

Twitter: @Arturo_Sarukhan    

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