En 1980, David Koch se postuló como candidato a la vicepresidencia del Partido Libertario de Estados Unidos. Obtuvo 1.1 por ciento del voto. Pero en los años transcurridos desde esa campaña malograda, David —quien falleció hace unos días— y su hermano mayor Charles, tejieron una red y estructura de poder e influencia imperial al margen del servicio público, a través de donaciones, fondeo a ‘think tanks’ y a cuadros republicanos, construyendo un aparato político-electoral que en su apogeo llegó a rivalizar con el del propio GOP.

David Hamilton Koch nació en Kansas en 1940, hijo de un ingeniero petrolero y empresario que obtuvo millones en las décadas de 1920 y 1930 al inventar un proceso para extraer más gasolina del petróleo crudo y construir refinerías en la Unión Soviética, la Alemania nazi y otros países de Europa y Medio Oriente. Ferozmente anticomunista, cofundó la organización de extrema derecha John Birch Society y creó la compañía que luego se convertiría en Koch Industries. Después de su muerte, Charles se volvió presidente de la empresa y el estratega detrás de su expansión a productos químicos, tuberías y bienes de consumo, convirtiéndola en el segundo conglomerado privado más grande de EU, con intereses y operaciones en 60 países, más de 100 mil empleados e ingresos anuales de más de $100 mil millones de dólares. David ligó su credo político y destino empresarial al de su hermano, y al momento de su muerte era una de las personas más acaudaladas del mundo, con una fortuna de $42 mil millones de dólares en activos y con $1.2 mil millones canalizados a la filantropía, desde Lincoln Center y los museos Metropolitano de Arte y Smithsonian de Historia Natural (lo marcó toda su vida una obsesión por los dinosaurios) hasta la salud.

Los Koch gastaron a raudales en abono a su particular marca de conservadurismo, caracterizada por un gobierno limitado con un sistema regulatorio laxo para las empresas, menos impuestos, defensa a ultranza de la industria de energías fósiles, una Suprema Corte escorada a la derecha y políticas a favor de la inmigración, del libre comercio y el entramado que fue dejando la globalización sobre todo a raíz del deshielo bipolar. Tres décadas después del intento de David por llegar a la política, la filosofía libertaria —y el dinero— de los Koch daría origen a la consolidación de la extrema derecha al interior del Partido Republicano con el movimiento contestatario del Tea Party en 2010, así como de la negación del cambio climático como una premisa central del GOP. Con la decisión seminal —y desastrosa para la democracia— de la Suprema Corte en 2010 (el caso conocido como “Citizens United”, litigado en buena medida, directa e indirectamente, por los Koch), el sistema electoral estadounidense pasó de gastos transparentes a gastos opacos en las campañas electorales, eliminando cualquier tipo de tope para el financiamiento privado.

Pero en 2015, en la cúspide de su poder y convertidos en los plutócratas más codiciados del partido, su criatura, el Tea Party, dio pie a lo que acabaría siendo el secuestro y socavamiento de su preciado GOP por Donald Trump. Con su xenofobia y nativismo, el uso del comercio como arma ofensiva y su rechazo a la disciplina fiscal, a los valores conservadores y a la visión de un país plenamente inserto en la globalización, el entonces candidato se erigió en anatema de los postulados libertarios de los Koch. Sin éxito buscaron apuntalar a Jeb Bush, Ted Cruz y Marco Rubio en la primaria republicana. No sorprende que en respuesta, Trump haya atacado a los hermanos en 2018 tuiteando que “se han convertido en una broma total en círculos republicanos reales” con una red política “muy sobrevalorada”; “dos buenos tipos con malas ideas” (con sus mayúsculas y signos de exclamación de rigor).

Oscar Wilde escribió: “Cuando los dioses quieren castigarnos, atienden nuestras plegarias”. Hoy, con un GOP corrompido, irreconocible y carente de espina dorsal, una salud democrática disfuncional y contaminada por el dinero sin cortapisas en procesos electorales, un presidente que ha vulnerado la ética e investidura de la Oficina Oval y echado por la ventana principios torales del conservadurismo, una guerra comercial y arancelaria desatada con China y Europa y un Amazonas en llamas, los polos derritiéndose y huracanes asolando la costa este de EU, David debe estar revolcándose en su sarcófago.



Consultor internacional

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