La electrificación del tren motriz parece ya no tener marcha atrás. El inventario de vehículos eléctricos e híbridos “enchufables” a nivel global creció 67%, para llegar a poco más de 5 millones de unidades, de acuerdo con el último reporte de la Agencia Internacional de Energía. El crecimiento ha sido significativamente liderado por China, que reportó ventas de vehículos eléctricos de 1.1 millones en 2018, seguida por Europa y, todavía bastante atrás, Estados Unidos.

Si bien los volúmenes aún son relativamente pequeños, lo cierto es que prácticamente todos los grandes fabricantes del mundo tienen como una de sus prioridades estratégicas el cambio gradual hacia una nueva tecnología del tren motriz. Lo anterior está creando grandes desafíos para la red de proveeduría, y México no debe ser la excepción.

En una entrevista reciente, el CEO de Gestamp, un especialista en el estampado de partes metálicas con presencia global, mencionaba los grandes retos que veía para su negocio en los próximos años. Por un lado, había una perspectiva positiva, pues la tendencia hacia la electrificación de los automóviles sin duda traería una nueva fuente de ingresos para sus negocios. Los coches eléctricos requieren de una significativa reducción en su peso para poder extender su rango o alcance. Esto implica dejar atrás el acero y buscar soluciones basadas principalmente en aluminio o materiales compuestos.

La mala noticia, de acuerdo con Gestamp, es que en muchos casos los fabricantes de coches están también buscando contratos con un mayor grado de flexibilidad, es decir, la posibilidad de poder incrementar o reducir el tamaño de sus órdenes, según los cambios que observen en la demanda del cliente final.

Si bien es un hecho que el tren motriz eléctrico será la tecnología dominante en los próximos años, nadie sabe qué tan rápido se moverá el mercado y terminará aceptando la nueva tecnología. Como sabemos, muchos componentes están en juego: el precio de los vehículos, una posible recesión económica global en ciernes, el precio del petróleo, la creación de infraestructura adecuada, incentivos locales, y muchas otras variables. La gran incertidumbre hace muy difícil predecir cómo será la demanda de autos eléctricos y cómo terminarán por coexistir con los de combustión interna.

Esto explica por qué los fabricantes de autos busquen proveedores con mayor flexibilidad para atender sus demandas. De acuerdo con Gestamp, muchos de los contratos otorgados incluían la obligación de estar preparados para cambios de 10% en la demanda. La falta de certeza en el mercado eléctrico está provocando que estos niveles de flexibilidad se eleven a 30% e incluso a 40%.

La flexibilidad suele implicar costos mayores de producción para las empresas. Se puede traducir en mantener un exceso de capacidad en las instalaciones, lo cual no es algo deseable en sectores como el automotriz; o bien, invertir en el desarrollo de nuevos equipos y herramentales que permitan producir un tipo u otro de partes. Ambos casos requieren de un considerable esfuerzo financiero para las empresas, pero que difícilmente pueden transferir, en forma significativa, a través de mayores precios para sus clientes, sobre todo en industrias tan competitivas como lo es la automotriz.

Así pues, la industria de autopartes en México podría entrar en una gran encrucijada en los próximos años ante el inminente cambio tecnológico. Indudablemente, las empresas de mayor tamaño y suficientemente fondeadas para hacer desarrollo conjunto con los fabricantes de coches estarán mejor posicionadas. No obstante, las empresas de menor tamaño tienen también una oportunidad que radica en apostarle no al mercado norteamericano, que crecerá con menor velocidad, sino al mercado chino, donde existe una mayor demanda de coches eléctricos. Sólo las empresas que sepan capitalizar esta oportunidad, podrán salir mejor paradas del gran cambio tecnológico que se avecina.

Profesor del área de Dirección de Operaciones
y director del Ipade Auto Summit

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