Chicago, Illinois – El futuro del líder del país más poderoso del mundo luce complejo. Joe Biden llegó al poder con el apoyo de una coalición cuyos objetivos eran deshacerse de Donald Trump y orientar al país por el rumbo correcto, en particular, establecer una respuesta efectiva a la pandemia. Lamentablemente, Biden está fracasando en aspectos fundamentales.

El primer error fue ignorar los reclamos (falsos) de fraude electoral de su predecesor. Hoy es evidente que los republicanos son rehenes del ex presidente Trump, quien agita los ánimos de sus simpatizantes presentándose como víctima de un fraude inexistente.

En un tiempo en que las mentiras son realidades alternativas, Biden no entendió que debía combatir a sus rivales políticos para afianzar su justa legitimidad y, por extensión, su derecho a gobernar con una agenda que la mayoría de los estadounidenses pudiera respaldar. “Los demócratas piensan que sólo con políticas públicas pueden ganar,” dijo el estratega Rick Wilson , líder del grupo de ex republicanos, The Lincoln Project, acérrimos opositores de Trump.

Para documentar la postura de Wilson revisemos lo que ocurrió con el plan de infraestructura de Biden, ya convertido en ley. La iniciativa incluye un billón de dólares en inversiones para mejorar aeropuertos, puentes, carreteras, sistemas de transportación pública, infraestructura para llevar internet de alta velocidad a millones de hogares y construir una red de recarga para vehículos eléctricos.

A pesar de ser una medida que devolverá al país la solvencia para liderar al mundo, solo un pequeño grupo de republicanos votaron a favor en el Congreso. No obstante, aquellos sinvergüenzas que se opusieron ahora presumen los proyectos que se realizarán al recorrer sus distritos. La mayoría de estos timoratos se niegan asumir el costo de gobernar y sólo se dedican a la politiquería.

Pero el verdadero talón de Aquiles de Biden ha sido la economía y el manejo reciente de la pandemia. Si bien Estados Unidos experimenta un gran dinamismo económico y del mercado laboral, también padece la inflación más alta de los últimos cuarenta años. Los estragos del fenómeno tienen iracundos a los estadounidenses cada vez que visitan el supermercado al pagar el doble por artículos de primera necesidad. Peor aún, los costos de la vital electricidad y el gas se han duplicado y hasta triplicado.

El rompimiento de las cadenas de producción y distribución por la pandemia es parcialmente responsable de la escalada de precios. Sin embargo, al inundar la economía con miles de millones de dólares con programas de estímulo también se colaboró a soltar al jinete de la inflación. Los estímulos impulsados y aprobados por los demócratas serán un caso de estudio que prueba que las buenas intenciones no son necesariamente conducentes a un buen gobierno.

Por último, la variante omicron tomó por sorpresa al gobierno al no contar con suficiente infraestructura para responder ante una sociedad irresponsable que no hizo nada para evitar el contagio masivo. El resultado, en 45 días, 50 millones de estadounidenses se infectaron de COVID-19 .

Con su llegada al poder, Biden no comprendió que las narrativas de los cínicos siguen siendo útiles a quienes difaman. Se podrá decir lo que sea, pero Trump sabe cómo empujar para obtener lo que desea, y con esa estrategia tiene acorralados a los republicanos y al presidente aún sin tener un cargo público.

Si Biden y los demócratas quieren sobrevivir en las elecciones legislativas de otoño, el presidente debe borrar su imagen de “viejito buena gente” y enviar a sus esbirros a una pelea callejera donde todo se vale para ganar, pues sus adversarios están listos para regresar al poder a cualquier costo.

Periodista. 
@ARLOpinion

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