Chicago, Illinois. – El 3 de mayo pasado se publicó en este diario una con una fotografía del jefe de gobierno de la CDMX posando con un banderín anunciando un operativo de seguridad en Xochimilco. La medida está enfocada, según las autoridades, a mejorar la seguridad en 10 barrios, pueblos y colonias de esa alcaldía. No obstante, la dimensión del operativo más parece la declaratoria de una invasión a este territorio de la capital sin, hasta el momento, dar resultados.

En un oficial mal hecho y repetitivo, se dijo que dos mil sesenta y un elementos, 199 vehículos, 63 motopatrullas, un helicóptero y dos unidades caninas serían desplegados como parte del operativo. Yo le diría, faltó el desfile de los misiles intercontinentales, como en Corea del Norte, señor jefe de gobierno.

El pasado 27 de abril publiqué en este espacio ”, un texto que resumió la experiencia de mi reciente visita a Xochimilco. El texto relata cómo el caos y la delincuencia se han apoderado de una zona que es parte de nuestro legado histórico -convertido en cochinero y tierra de nadie.

El mismo día que apareció mi publicación cinco camionetas de la policía rondaron el embarcadero de Nativitas, mismo lugar en que Martí lanzó su “invasión” días después. Pero la presencia policiaca solo hace eso, observan, suenan la sirena y encienden la torreta sin aplicar la ley ante el desorden.

Luego de la muestra soviética de fuerza de Batres, la situación de seguridad o, mejor dicho, de inseguridad, siguió igual. Unos cuantos patrullajes, aúllan las sirenas, y luego nada. La misma impunidad y desorden.

En verdad deseo que los esfuerzos de las autoridades pudieran dar resultados y regresen la tranquilidad a los pobladores en Xochimilco y la CDMX. Lamentablemente, la evidencia no da para tener esperanza, no con esta falta de liderazgo.

En realidad, me parece que Batres hizo este show para aparentar una acción decidida de su administración, sin estrategia ni posibilidades de resultados, para evitar que su partido pierda esta alcaldía en la próxima elección. Esto, en vista del profundo descontento que priva entre los pobladores por el fracaso del anterior alcalde, y flamante trapecista candidato a diputado, José Carlos Acosta.

Xochimilco fue una de las últimas alcaldías en que Morena designó a su candidato, luego de que el señor Acosta a su ex funcionaria, a quien tiene un afecto especial, Erika Rosales. En lugar de imponer a su delfín, la candidatura fue para la ex diputada local del Partido del Trabajo, .

Además de una pésima gestión que tiene a los pobladores hartos, Acosta, el trapecista, muestra en su cuenta de Instagram su desdén hacia la candidata Camacho, al tiempo que , Rosales, a una diputación local.

La ruptura del oficialismo es evidente y eso ocurre en una demarcación que fue altamente competitiva en la pasada elección donde Acosta ganó un segundo periodo luego de un .

Xochimilco es el arquetipo de una demarcación en la que Morena debería ganar fácilmente, por su composición socioeconómica y por el clientelismo que este partido ha ejercido. No obstante, la división interna y la crisis de inseguridad que alimenta el descontento popular abren la puerta a la derrota. Quizá por eso Martí lanzó su “invasión” para recuperar no la seguridad de los residentes, sino los votos que eviten el descalabro electoral.

Pobre de Xochimilco, tan lejos de Dios y tan sumido en la incapacidad y los espectáculos soviéticos de la actual administración de CDMX. Como dije antes, hay que darle la oportunidad a quien usted desee, pero que sea alguien más.

@ARLOpinion

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