Ciudad de México. – Una situación inesperada me llevó a viajar de Chicago, mi lugar de residencia, a la Ciudad de México, mi ciudad natal. Antes de subir al avión me aseguré de administrarme la tercera dosis de la vacuna contra el Covid-19 luego de ser recomendada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), para adultos mayores de 18 años. El incremento de contagios en la Unión Americana llevó a adoptar esta medida para evitar una crisis como la que vive Europa ante el resurgimiento de la pandemia.

El director regional de la Organización Mundial de la Salud en Europa, Hans Kluge, advirtió que otro medio millón de personas podrían morir para el próximo marzo si no se toman acciones decisivas para controlar el virus en el Viejo Continente. Un medio de control es motivar a quienes no se han vacunado a que lo hagan. La otra opción es administrar la dosis de refuerzo a la población vulnerable: la tercera edad e individuos con un sistema inmune disminuido.

Lo cierto es que desde el verano un estudio hecho en Israel, un país líder en aplicar la vacunación, concluyó que la protección disminuye significativamente después de seis meses de la primera dosis. The New England Journal of Medicine publicó que al aplicarse una inyección de refuerzo se reduce ampliamente el riesgo de contagio, enfermar de gravedad y por supuesto de morir. Este análisis incluyó la información de más de 1.1 millones de personas y consideró el periodo de julio 30 a agosto 31 de 2021.

No obstante, en México, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell publicó en su página de Facebook el 14 de septiembre un video donde, citando un estudio de la OMS, afirmó que no había evidencia de la necesidad de aplicar un refuerzo contra el Covid-19. Esta infame declaración se suma a una cadena de infundios de este personaje al desestimar, por ejemplo, la importancia de hacer pruebas de detección y luego de usar el cubrebocas para reducir los contagios.

Por otro lado, es verdad que el uso de refuerzos impone un dilema ético al privilegiar a la población de países desarrollados que ya han sido vacunados, en perjuicio a las regiones del mundo donde la protección llega a cuentagotas. Comprendo el paradigma que la situación involucra. No obstante, un gobierno nacional tiene como primera y quizá única prioridad proteger la vida de sus gobernados.

Dicho lo anterior es oportuno mencionar algunas de las naciones que ya aplican refuerzos a la tercera edad, a quienes sufren de inmunodepresión o a ambos grupos. En América Latina, Brasil, Uruguay, Chile, El Salvador, Ecuador, Panamá y la República Dominicana. En África, Marruecos, Túnez y Nigeria. En Asía y el Medio Oriente, el Reino de Bahréin, Indonesia, Corea del Sur, Turquía, Tailandia, China, Hong Kong y Singapur.

Mientras tanto en México, el presidente dijo apenas el martes pasado que su gobierno “analizará” si se aplican las dosis de refuerzo, y que esto ocurriría sólo si los especialistas así lo sugieren. Ante esa joya de declaración me pregunto, ¿qué demonios está esperando? ¿Qué más confirmación necesita que el testimonio de múltiples autoridades científicas y ajustes de políticas en muchísimas naciones?

No olvidemos que México es considerado por instituciones académicas de prestigio mundial y por organizaciones internacionales como uno de los países que peor manejó la pandemia. El número de compatriotas que han muerto por Covid-19 es cercano al medio millón de almas. En vez de verborreas matutinas, ¡presidente, cumpla con su trabajo!, proteja a sus gobernados y administre cuanto antes la dosis de refuerzo a los más vulnerables pues no lo tenemos aquí “de florero”.

Periodista. @ARLOpinion

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