Antes de saludar al pueblo estadounidense, el presidente Donald Trump afirmó que mientras él esté en el cargo no permitirá que Irán tenga armas nucleares. La declaración ocurrió al dirigirse a la nación luego de que los iraníes bombardearan dos bases militares en Irak con presencia estadounidense.

El discurso de Trump tuvo como ejes principales: no hubo víctimas americanas, todo está bien, evitó la retórica belicosa y se concentró en sanciones económicas y le demandó a los aliados de la OTAN que participen más en Medio Oriente, obviamente para compartir el costo económico, militar y político de la situación.

Pero la declaración más interesante fue la garantía de que si él sigue en el poder Irán no representará una amenaza nuclear. Es decir, si me reeligen esa nación no se convertirá en un riesgo a nuestra seguridad nacional pues, probado está, yo sí actúo.

Es increíble la capacidad que tiene Trump para, como los gatos, siempre caer parado. Hacer de una crisis una oportunidad, mostrar que sólo él es capaz de hacer lo necesario para contener a Irán, en contraposición a otras administraciones como la de Obama que acusó, sin mencionarla por nombre, de dar dinero al régimen islámico que pudo ser usado para pagar los misiles en el más reciente ataque.

Yo creo que los iraníes necesitaban mostrar públicamente que iban a reaccionar al asesinato del general Qassem Soleimani. No obstante, a pesar de sus cánticos que rezan “Muerte a Estados Unidos” parece que dispararon sus misiles apuntando a la casa del perro y las bardas de las instalaciones militares atacadas, pues nadie salió rasguñado.

En los conflictos la retórica y las acciones infladas son mensajes que se mandan los adversarios. Por ahora, parece que Estados Unidos e Irán no están listos para comenzar una gran guerra. Como dije antes, Irán asumió su pérdida, lo cual es bueno para su pueblo y para el resto del mundo.

@ARLOpinion

Fotografía de  Evan Vucci para la AP

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