Chicago, Illinois. – Por primera vez en la historia se vendieron un millón de vehículos eléctricos (EVs) en Estados Unidos en lo que va de 2023. Los apologistas celebran la tendencia que consideran irreversible. No obstante, hay nubarrones en los cielos. El ritmo de crecimiento de los EVs se redujo 50 por ciento entre 2022 y 2023, dato que coincide con reportes que aseguran que tardan más en venderse que sus contrapartes de combustión interna. ¿Hay avance o retroceso en la economía verde?

Hay avances en la venta de EVs, como los hay en proyectos de infraestructura para generar, transportar y almacenar energía producida por fuentes no contaminantes. Esto ocurre gracias a la ambiciosa ley para la Reducción de la Inflación del presidente Joe Biden, que compromete la inversión más grande de la historia para la transición energética y de transporte. La legislación canalizará $374 mil millones de dólares en subsidios.

El problema es que aún las mejores intenciones no escapan a las dinámicas que ponen en duda los objetivos para descarbonizar la economía, reducir emisiones y, con ello, evitar el aumento de la temperatura global. La inflación erosiona los márgenes de ganancia a proyectos solares y eólicos que generan electricidad. Así mismo, los elevados intereses encarecen el costo del dinero y provocan que compañías estandarte de la economía verde detengan sus proyectos o, incluso, cierren sus puertas.

El extraordinario reportaje “A $30 billion Meltdown in Clean Energy Puts Biden’s Climate Goals at Risk,” de Bloomberg Businessweek, detalla una caída de 30 mil millones de dólares en el precio de las acciones de las industrias verdes (fabricantes de autobuses eléctricos, empresas con proyectos solares y eólicos, sistemas de almacenamiento de energía, modernización de la red y transmisión eléctrica, etc.), solo en los últimos seis meses.

Un financiamiento caro junto con precios altos en insumos, así como la siempre perenne burocracia que retrasa permisos a proyectos están frenando el avance de la sustentabilidad. Es decir, la economía en las condiciones actuales no permite acelerar la transición como se planeaba y, con ello, hace inviable cumplir con objetivos como tener una red de abastecimiento de electricidad libre de emisiones para el 2035.

En este mar de números y aspiraciones creo que el mensaje es claro. Los políticos venden ideas y sueños al público, pero aún los más nobles deseos se estrellan con los efectos de problemas estructurales como una inflación alta, intereses elevados, su impacto en la economía y cambios en los patrones del consumidor.

La historia de Bloomberg también cita un estudio de Bank of America que estima que el costo de la destrucción por los climas severos causados por el calentamiento ascenderá a $75 billones de dólares para el 2050, una cifra astronómica que deja claro que la inacción ante el dilema de este problema existencial no es una opción.

Por ello, creo que hay mejores soluciones que torcer el brazo al consumidor para que adquiera un pesado tanque con una enorme batería eléctrica, cuya producción es altamente contaminante, para brindar movilidad a un muy reducido número de personas.

El secreto para dar viabilidad a nuestra especie radica en refundar valores y prioridades, ejercer la moderación, contar con opciones de movilidad que incluya sistemas de transportación pública y microtransportación. Un consumo bajo o moderado de energía, que estimula un estilo de vida saludable, elimina más emisiones que los costosos autos eléctricos. Si en una escala de valores renovada se considera cool ser responsable acerca del impacto ambiental que cada individuo tiene, el comportamiento será apreciado e imitado. Migrar hacia una vida sustentable no debe ser una pesadilla, pero tenemos que ser inteligentes y aplicar el sentido común.

Periodista. @ARLOpinion

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