Chicago, Illinois. – Los días pasados fueron los mejores en la presidencia de Donald Trump. En su informe de gobierno presumió logros de su administración, algunos reales, pero la mayoría fueron mentiras viles. Luego el Senado lo absolvió de los cargos por los que enfrentó el juicio político. Peor, su aprobación alcanzó el nivel más alto con un 49 por ciento.

El presidente deja a sus adversarios derrotados, consolida el mito de ser el hombre que recupera la grandeza nacional, por lo que se va perfilando a una victoria electoral.

Por su parte, el Partido Demócrata está en proceso de seleccionar a su candidato presidencial. En la primera prueba en Iowa, los demócratas se las arreglaron para ensuciar el proceso ante su incapacidad de aportar resultados creíbles que aún no llegan.

Este partido es una estructura burocratizada donde los compadrazgos se imponen a la capacidad y al talento. Sus líderes políticos están más interesados en defender a sus amigos y recomendados que en desplegar una estrategia ganadora. También, el purismo que hay entre distintas facciones de su militancia lo balcanizan debilitándolo desde sus entrañas. Por esto, en mi perspectiva los liberales tienen sólo dos opciones para ser competitivos:

1. Pete Buttigieg, con apenas 38 años, es un hombre educado y carismático que entiende cómo atraer a independientes y demócratas moderados. Su pasado como veterano de guerra y servicio como alcalde de la ciudad de South Bend, Indiana, lo hacen una opción con experiencia limitada que, simultáneamente, lo alejan de las mañas de la maquinaria política. Es también el primer aspirante presidencial abiertamente gay en la historia. Buttigieg presenta ideas innovadoras de cómo liderar la administración pública sin aterrar a las grandes audiencias con políticas socialistas.

2. Michael Bloomberg, este multimillonario de 77 de años fue alcalde de la ciudad de Nueva York por 12 años. Dueño de una fortuna que supera los 69 mil millones de dólares cuenta con las municiones para sostener una campaña del tamaño y características necesarias para derrotar a Trump. Bloomberg ha financiado esfuerzos para establecer controles al acceso a armas de alto calibre e iniciativas que combaten el cambio climático.

Buttigieg es el candidato del futuro que puede unificar a distintos sectores de la población y, si derrota a Bernie Sanders, podría adherir algunos jóvenes entusiastas que apoyan al autodenominado demócrata-socialista. El alcalde Pete puede no ganar, pero sería una opción atrevida que mostraría a un partido abierto al cambio generacional.

Bloomberg es un candidato transaccional, un hombre cuyas cualidades son el pragmatismo y tener una cartera enorme. Este millonario conoce las reglas de etiqueta y la diplomacia, pero también puede pelear a puños con Trump. Recientemente su campaña llamó al presidente “un gordo mentiroso, que usa bronceado de aerosol”, como respuesta a las burlas del Ejecutivo a su corta estatura.

En todo caso, los demócratas deben saber que sería torpe escoger a un abanderado tradicional. Si la oposición desea ser competitiva debe escoger a un político dispuesto a arremangarse la camisa y conectar con la clase trabajadora y, de ser necesario, tirar ganchos al hígado al barbaján republicano.

Donald Trump cambió las reglas del quehacer político, por lo que sería inaudito enfrentarlo con métodos tradicionales. Cuando el presidente recurra a la bajeza de criticar a héroes que han servido a este país o burlarse de características físicas de otros, alguien debe recordar sin miedo que Trump tiene cuerpo de botarga, pelos falsos de elote y que su carrera empresarial y política fue construida defraudando a otros. La opción es sacar los guantes y competir en igualdad de circunstancias o aceptar la segunda derrota.



Periodista.
@ARLOpinion

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