Alerta sísmica, ¡alerta sísmica! Si las estructuras políticas hablaran esto se hubiera escuchado en la región en las últimas semanas.

Difícil creer que las cosas van bien cuando los focos rojos no paran de encenderse. Algunos ejemplos, de lo que ha ocurrido en estas dos ultimas semanas los tenemos en Colombia, Ecuador, Chile y Argentina.

Empezaremos por Colombia, país que ha protagonizado los cuestionamientos del financiamiento de campaña del actual presidente, Gustavo Petro. Luego de que el hijo del mandatario (detenido por lavado de dinero y enriquecimiento ilícito) declarara que recibió dinero del narco, del cual una parte se ingresó a la campaña presidencial de su padre, las alarmas se encendieron ante los pocos logros políticos y sociales del ejecutivo. Además de la gravedad del hecho mismo, esto viene a remecer las grandes expectativas que se tenían de este “primer gobierno popular”, cuya principal bandera era la seguridad y la lucha contra la corrupción, lo cual no sólo no ha logrado a un año de su llegada al poder, sino que ha visto incrementar delitos como el secuestro, en un país cansado de las guerrillas, la inseguridad y la corrupción.

Por su parte, Ecuador a pocos días de las elecciones, ha sufrido el asesinato del candidato a la presidencia por el Movimiento Construye, Fernando Villavicencio, el hecho se suscitó en un colegio en la capital del país, luego de un evento de campaña. Más allá de su posición no en la delantera en las encuestas, Villavicencio distinguió su carrera como periodista y político por sus denuncias sobre la corrupción y el crimen organizado, especialmente el narco. Este evento que ha sido vinculado con los cárteles mexicanos de Sinaloa y el CJNG, demuestra no solo la necesidad de penetración transnacional del crimen organizado en la política, sino de la carencia de una estrategia de seguridad regional.

El siguiente caso, el chileno, tiene una gran fuerza simbólica y de reflexión práctica para la región. El 11 de septiembre se cumplen 50 años del golpe de Estado y, aunque la condena a las violaciones de los DDHH, debiera ser tema de consenso, no lo es. Las pugnas políticas se han vuelto un ingrediente más de la conmemoración, donde el debate se da desde el discurso negacionista de algunos actores hasta las invitaciones a determinados gobernantes, entre los que está confirmado AMLO.

El último ejemplo, lo tenemos en las PASO, la elecciones primarias de Argentina cuyo slogan podría ser el de cualquier país de la región “que se vayan todos”. La tríada electoral que espera las próximas elecciones argentinas estará compuesta por el controversial Javier Milei, con el mayor número de votos, 30% para la Libertad Avanza, detrás Patricia Bullrich por Juntos por el Cambio y del oficialísimo Sergio Massa por Unión por la Patria. Se augura un gobierno débil y con una cada vez más complicada crisis política, económica y social.

Así nuestra casa, convulsa y con pocas posibilidades de que pronto llegue la calma. En los próximos meses sabremos si solo se trató de una activación de las alarmas o si los daños estructurales exigen una nueva reconstrucción sistémica con cimientos más sólidos y una intensa supervisión de los damnificados: nosotros los ciudadanos.

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