En mi columna anterior comenté que los black swan (cisnes negros) son eventos atípicos e inesperados, por lo que quedan fuera del ámbito de las expectativas de los agentes económicos.

Su impacto, ya sea positivo o negativo, tiende a ser muy extremo, y sólo pueden explicarse después de que han pasado. Otra característica fundamental de los cisnes negros es que no pueden pronosticarse utilizando modelos predictivos retrospectivos, ya que no tienen antecedentes.

Se reconoce que el nuevo coronavirus es una cepa altamente contagiosa, pero con una tasa de mortalidad relativamente baja (de entre 2% y 3%).

Desde su surgimiento, los mercados internacionales mostraron una trayectoria descendente. De hecho, a partir del 31 de diciembre pasado que las autoridades chinas informaron sobre el brote del coronavirus, el S&P 500 suma una caída de 5.4% y el IPC mexicano ha perdido 1.5%. Asimismo, en ese periodo el peso se depreció con relación al dólar en 1.9%.

Claramente la propagación del coronavirus es un evento cisne negro, ya que los modelos probabilísticos actuales no han podido modelar la velocidad de su propagación debido al aumento en la conectividad que han propiciado los nuevos medios y tecnologías de transporte, lo que abarca no sólo al mayor número de rutas aéreas, sino también a aplicaciones como Uber. Todo ello genera que aumente la propagación del virus de una manera no lineal.

Los impactos económicos derivados del coronavirus ya son visibles. Varios analistas han pronosticado que la actividad económica en China probablemente se contraiga 4% anual durante el primer trimestre del año, con lo que su crecimiento en todo 2020 alcanzaría sólo 4.1%, por debajo de 6.1% registrado en 2019. El coronavirus no sólo ha afectado a las cadenas de producción en la economía asiática, sino también ha mermado ligeramente la demanda por sus productos.

La OCDE acaba de publicar un documento que señala que el crecimiento de la economía global podría reducirse a 2.4% desde 3% pronosticado antes del surgimiento del virus.

Incluso, señalan que el crecimiento global podría reducirse a sólo 1.5% de darse un mayor ritmo de contagio al pronosticado. Dada la preocupación por el impacto que podría tener el coronavirus sobre la actividad económica en Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed) recortó el martes su tasa de referencia en 50 puntos base (pbs). Cabe destacar que este anuncio se llevó a cabo dos semanas antes de la reunión de política monetaria, que estaba programada para el 18 de marzo. Un evento como este no ocurría desde octubre de 2008, cuando la Fed recortó su tasa de referencia en 50 pbs tras la quiebra de Lehman Brothers.

Si se evalúa un escenario relativamente conservador en el que el coronavirus le reste medio punto de crecimiento al PIB de Estados Unidos en el primer trimestre del año (de 1.9% que se estimaba previamente, a 1.4%) y considerando que ello le podría disminuir en ese mismo periodo alrededor de medio punto al crecimiento de la economía mexicana, el crecimiento de nuestro país quedaría en un rango de cero a medio punto porcentual durante 2020. Antes del coronavirus, la mayoría de los estimados apuntaban para México un crecimiento del producto de 0.9%. Si en el primer trimestre del año el impacto del coronavirus es mayor sobre la economía estadounidense que el considerado en el ejercicio anterior, de nuevo en 2020 la economía mexicana podría continuar estancada.

Por lo que respecta a la política monetaria del Banxico, es probable que vaya a acompañar a la Fed en el recorte de tasas y que incluso lo haga antes de la reunión de política monetaria programada para el 26 de marzo.

En este contexto, cabe recordar que el Banxico ya ha actuado de manera preventiva en reuniones fuera del calendario de decisiones de política monetaria. Tal fue el caso del incremento de 50 pbs que implementó el Banxico luego de darse a conocer la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el 17 de febrero de 2016.

Por último, conviene reiterar un comentario de mi columna pasada: las omisiones de los gobiernos por generar un clima favorable de negocios que incentive la inversión privada y por instrumentar políticas que fortalezcan la acumulación de capital humano y las mejoras de la productividad, las paga la sociedad en su conjunto cuando aparecen eventos como los cisnes negros, en este caso el coronavirus, o simplemente cuando cambia de manera adversa la situación de la economía mundial.

Director de Analítica en Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan son responsabilidad exclusiva del autor.
Twitter: @alexcervantes

Google News

TEMAS RELACIONADOS