Al inicio de Pleasure (Suecia, Países Bajos, Francia, 2021), la ópera prima de la cineasta sueca Ninja Thyberg, un oficial de aduana le pregunta a la joven Bella Cherry (no es su verdadero nombre, claro) si su viaje desde Suecia hasta los Ángeles es por negocios o de placer. La ironía en la pregunta encierra bien las intenciones de esta cinta. ¿Dedicarse al porno es negocio o placer?
Basada en un corto del mismo nombre dirigido por la propia Thyberg, Pleasure narra la historia de Bella (brutal Sofia Kappel, en su primer papel en cine), una adolescente de 19 años que llega a Los Ángeles con el firme deseo de convertirse en una estrella porno.
Sin mayor preámbulo, la película inicia con Bella acudiendo a su primer llamado, lo que implica toda una serie de papeleo antes de iniciar el rodaje: llenar frente a cámara un formulario, presentar pruebas de no tener VIH, acordar el pago ($900 dólares por esta escena), dejar en claro sus límites sexuales, firmar el consentimiento y, antes que otra cosa, hacerse un lavado vaginal, “tienes que estar fresca para mi”, le dice su coprotagonista, quien ya se masturba para estar “listo” al momento en que griten ¡acción!
Bella va al baño, se lava, pero comienza a arrepentirse. Contra todo pronóstico, el director de la peli porno no enfurece, al contrario, habla con ella de una manera dulce, le dice que es su decisión, que no hay problema, que pueden llamar a otra. “Es normal en una primeriza tener pánico escénico”, le dice el director, “pero en todo caso, la prioridad es que tu estés bien”.
Tanta “comprensión” es casi abrumadora.
Lo que viene es predecible, y ni la directora ni la protagonista titubean en la descripción de ello: Bella acepta hacer la escena y la cámara de Sophie Winqvist no tiene miedo al close-up clínico de una tremenda felación que, iniciado el rodaje, se tiene que repetir porque Bella no le bajó lo suficiente el pantalón a su compañero. Toma dos. ¡AH! y recuerda: debes actuar con sorpresa cuando abras la bragueta y decir que es el pene más grande que hayas visto jamás.
El porno como apapacho al mancillado ego masculino.
Si como dice Camille Paglia (1), “el porno nos muestra el corazón demoniaco de la naturaleza”, esta cinta nos muestra las fuerzas (demoniacas y no) que trabajan debajo de la pornografía. Resulta que el porno no está exento de burocracia, de repetición, de planeación mínima de tomas (esas pausas en medio del coíto para planear lo que sigue), y claro, de abuso, aunque este no sea un requisito sine qua non.
Inteligentemente, la directora no toma partido moral en su exploración a la industria del porno. La película no hace comentario alguno sobre si el porno es inmoral, liberador o explotador. En todo caso deja al público tomar esas decisiones.
Lo que si hace, escena a escena, es tirar varios mitos: las mujeres no están ahí contra su voluntad, los hombres también son explotados, en el porno también hay racismo (es mejor pagado una escena de sexo interracial que una doble penetración), y aunque la mirada de la directora hace explícito que esto es una industria de hombres para hombres, también se detiene a mostrar a las mujeres que dirigen porno, en esta caso del tipo BDSM: una escena que a pesar de que parece brutal, Bella confiesa que es el mejor momento que ha tenido en su carrera.
La película no busca deconstruir el proceso de la excitación, sino por el contrario, sus momentos más explícitos son ellos que involucran el proceso previo y posterior al sexo: rasurarse el pubis, cubrir los tatuajes, pasar por maquillaje, hacer el papeleo, prepar la zona anal con juguetes, subir a como de lugar los seguidores en Instagram, y demás realidades exentas de glamour y placer.
Sin ser condescendiente, el guión corre bajo el viejo recurso de la historia de ambición que sobrepasa todo obstáculo: en su búsqueda por ser la mejor estrella porno, Bella entra en confrontación con Ava (Evelyn Claire), chica que pertenece al VIP del porno, no solo por guapa sino por estar dispuesta a todo.
Ese “estar dispuesto a todo” va transformando poco a poco a la inocente Bella. Y aunque la directora jamás hace juicios de valor, es claro que le importa hasta donde su protagonista está dispuesta a llegar (y los costos que tendrá que pagar) para volverse en la mejor actriz porno. Pleasure es una mirada compleja, sin tabús ni lances morales, hacia la industria del porno. Si acaso eso último le basta para ser una cinta extraordinaria.
Pleasure está disponible exclusivamente en la plataforma de Mubi.com